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Abraza la libertad creativa
Tira primeras piedras. Valora tus ideas, aunque sean iniciales, aunque sean preliminares. Sin ellas no habría ejecuciones mayores. Sin ellas no acabarías con pensamientos elaborados que te llevarán a la realización de un proyecto. La primera piedra es tan anecdótica como medular. El resultado del aquí y el ahora que se convierte en accionable.
Una idea inicial nunca termina siendo una réplica fiel en su realización. Se cometen errores de apreciación. Falta profundidad, inmersión. Pero en esa inocencia del primer impulso es donde se ocultan las necesidades a resolver, lo que tu producto o servicio podrá atender una vez que salga al mercado. La razón de ser está ahí, en el impulso que expresas como un consumidor queriendo ponerse en los zapatos del solucionador de problemas.
Las primeras ideas se sueltan como vienen. Son impulsivas. Es nuestro cerebro pensando en voz alta. Si se expresan en una lluvia de ideas en grupo, lo más probable es que vengan alternativas más elaboradas. Que otros construyan o destruyan sobre lo que tú has hecho. Que no se le recuerde mucho en la minuta en que se consignará lo ocurrido. Pero en la realidad, aunque abunden más los olvidos que los reconocimientos, eso que se expresó de inicio habrá tenido la utilidad de trazar caminos, de servir como un do o como un don’t de lo que otros construirán.