Acéptalo, el mundo no te necesita
Ama lo que haces. No por gusto, sino porque es la única forma que tienes a tu alcance para sobrevivir a la frustración, o para sobrevivir sin frustración. No sé cómo explicarte que muchos hacen lo que tú. Que mientras esperas a que llegue la inspiración, aunque Chuck Klose ya te ha dicho que para que se aparezca le tienes que agendar una cita a diario, otros se dedican a crear. Que mientras tú eres una hoja en blanco, ellos están llenos de publicaciones en Instagram; que mientras tú vives en eterna preproducción, ellos transforman posteos en libros, que esos libros se convierten en conferencias, que esas conferencias se transforman en dinero y que ese dinero vuelve al punto de origen para permitirles crear más. Tú eres una idea en la regadera; ellos, un proyecto de vida. Ellos y tú representan la diferencia entre el círculo virtuoso y el vicioso. Y todo por una palabra. La que tú pospones y ellos apuran. Hacer, simplemente hacer.
Tienes que amar lo que haces porque lo tuyo no es de talento ni conocimiento. Un médico necesita saber de medicina, un abogado requiere haber estudiado derecho, pero creativo puede ser cualquiera. Y ahí está uno de tus más grandes problemas. Porque un doctor puede pedirle a sus pacientes que no lo molesten salvo que sea para una emergencia, pero ten la certeza de que ni tus ideas ni tus capacidades son únicas. Dado que son huérfanas, no te esperarán. Si no las haces, si no las explotas, alguien más las hará y las explotará por ti. O las tomas o las dejas. Más vale que las escuches, es la vida negociando contigo.
Y en este mundo tan pragmático o eres un genio del detalle como para doblegar el poder de lo superficial o entiendes el valor la simpleza para decir mucho en un instante y a través de un elemento. Si estás convencido que tú talento es muy grande, entonces lucha por convertirte en la próxima Frida Kahlo o en la resurrección de Diego Rivera, pero si en cambio piensas que tu talento es más limitado, entonces crea lo más elemental, imponte una disciplina y convierte lo más básico, incluso una aparente estupidez, en un producto. Como el hate mail de Mr. Bingo, que manda y vende postales obscenas a quienes se lo piden, o como los libros de Adam Kurtz, que surgen de su filosofía de hacer y observar qué pasa. Así, sin modelos de negocio ni pretensiones a priori. A pura prueba y error, y sin costo de por medio dado que todo lo hace con sus manos.
La humildad será clave para ti. Y entiendo que te cueste entenderlo. Lo entiendo porque me pasa lo mismo. Si lo piensas, ir por el mundo diciendo que eres creativo es la representación más pura del egocentrismo. El creativo hace. Nadie sabe ni entiende qué, pero se asume, principalmente él mismo, que su capacidad de crear está por encima del resto. Si el médico sabe de medicina y el dentista de dientes, el creativo sabe de creación. Leído con literalidad, suena a que los creativos están al nivel de los dioses. Y varios nos sentimos así. Si no a su nivel, sí cuando menos tocados por ellos. Pero la realidad exhibe. El creativo que triunfa no es el que un día cada cierto tiempo tiene una gran idea, sino el que encuentra un método para generar piezas que después conformen una colección. El sello y el estilo se hace a partir de la repetición, y la repetición sólo se da con la disciplina del que hace incluso cuando no quiere hacer. Messi y Cristiano son los mejores por siempre entrenar al máximo; Balotelli, en cambio, tiene el talento, pero destruyó su carrera entre la soberbia y la desidia. El talento es una chispa que se puede apagar ante el esfuerzo y la reiteración.
Entiende que el mundo no se detiene. Que no gira alrededor de ti. Que si tú no les das ese dibujo que les guste, será otro el que lo haga. Que si no escribes, por bueno que seas, habrá otros que se metan en la cabeza de quienes serían tu audiencia. Que si sigues esperando, la vida se te irá patrocinada por la frustración de hacer lo que no te gusta hacer y de ganar lo que no te gusta ganar. La libertad empieza contigo. Si no te quitas la correa, pregúntate si no eres tú el que ha decidido ser esclavo de ese sistema, uno al que has terminado por acostumbrarte. Ama lo que haces. Hazlo por ti, no por un mundo que en realidad no te necesita, aunque te duela aceptarlo.
Nota del autor:
Para ser congruente con lo que escribo, he iniciado #tintaociosa, proyecto en que plasmaré mis muy simples trazos y mis un poco más educadas letras para expresar pensamientos que surgen en mi vida llena de tiempo libre. Los espero en Instagram.
Contador: 34 de 34: cuando la llegada del lunes no implica un nuevo comienzo uno debe replantearse la vida, o estar contento con ella. A mí me pasa lo segundo, desde hace unas semanas, los domingos son de mis días más ocupados por la creación del Muffin más el texto que debo publicar en Medium. El trabajo que gusta no es trabajo. Porque amo hacerlo, y sobre todo porque es mío y de nadie más.