Atypical y cómo un Sheldon Cooper adolescente se enfrenta a la vida

Mauricio Cabrera
4 min readOct 18, 2017

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Es como encontrarse a Sheldon en la vida real. Pero algo más joven, algo más interesado en las mujeres y algo más animal. Porque mientras a Sheldon no lo atrapan más que la ciencia y los gustos más arraigados en los vírgenes, a Sam le intriga el amor, le preocupa aprender a lidiar con la presión de tener sexo sin experiencia previa y le atrae explorar sus capacidades de socialización. Sheldon ha dejado de cuestionarse su lugar en la vida. Es como es. Sam acepta sugerencias, se aventura, se pone a prueba, y casi siempre fracasa.

Atypical es una serie que relaja. No con el humor trillado de Club de Cuervos, sino a través de una historia que combina los estereotipos del padre estadounidense de escasa inteligencia pero profunda lealtad, la madre dedicada a sus hijos que en el fondo tiene energía sexual reprimida, la hermana ignorada por culpa del hijo que padece autismo, éste como protagonista en busca del amor y de la integración social, y la intrépida novia que ha decidido amar la rareza de quien prefiere pensar en los pingüinos de la Antártida que hacer un esfuerzo por interpretar los sentimientos de la mujer que quiere estar con él.

La fórmula funciona. Cada episodio avanza hasta transformarse en una de esas producciones que extrañas demasiado pronto. Son entregas cortas. Tan cortas que es natural empezar a dosificarlas para que no se acabe en un maratón de fin de semana. Pero es inevitable. La historia fluye entre la decisión de Sam de ponerle fin a su celibato involuntario y la madre que pierde el control a partir de que su único foco de atención ha decidido desprenderse de ella para afrontar su propia vida. Ella se aferra, pero acaba volcando sus necesidades afectivas en la cama. Primero en forma de desliz, después como un amorío que termina a destiempo, justo cuando su hija se ha enterado de su relación clandestina.

La obsesión de Sam por los pingüinos resulta entrañable. Así como me declaro adicto a las comparaciones que hace Joël Dicker entre el boxeo y la escritura en la verdad sobre el caso de Harry Quebert, he de decir que las reflexiones sobre la naturaleza de los pingüinos en contraste con los humanos deriva no sólo en una emoción, que es lo que toda buena historia busca, sino también en información que de uno u otro modo se queda con quien lo está viendo. Aunque se trate de entretenimiento, Atypical contribuye a entender los problemas de adaptación que enfrenta una persona con autismo, pero rebasa sus pretensiones al transformarse en un llamado a la introspección. En determinado punto, todos coincidimos de una u otra forma con la vida de Sam.

No es novedad que los especialistas se quejen. Cuando no se trata de hacer notar las imprecisiones de Narcos al contar la historia de Pablo Escobar o la del Cartel de Cali, va el rigorismo de pedir que el personaje de Sam refleje con mayor autenticidad las consecuencias del autismo. La típica exigencia de que la televisión se convierta en autoridad clínica. Casi tan absurda como demandar que Yahoo! Respuestas dé soluciones confiables. O como pretender que los remedios caseros estén aprobados por la medicina. Atypical sirve tanto para los que se quieren entretener, y darse un espacio de reflexión (equívoca o no), como para los que aún apoltronados en el sillón de su casa buscan la manera de quejarse.

Al menos Atypical sobrevivió. Habrá segunda temporada de diez episodios, dos más de los que tuvo la primera. Me da todavía más gusto porque tengo mala fama como crítico de series. Me gustaba The Visitors, y fracasó. Era ultrafan de Chuck, y la serie se fue a la mierda. Me encantó Neo Yokio. Y bueno, terminó jodiéndose hasta mi completion rate en Medium. Pero esta vez no. Atypical sigue. Su continuidad ni siquiera debió estar en tela de juicio. Si Sheldon Cooper cautiva por esa rareza que provoca que el televidente quiera meterse a su mundo, Sam Gardner es el autista aventurero que sale al mundo en búsqueda de unos pechos que tocar, de un blowjob, y, a final de cuentas, del amor. Si de paso se pudiera con su psicóloga, aún mejor.

Nota del autor:

Hace tiempo que vi Atypical. Pero no había podido escribir de ella, principalmente por los movimientos telúricos que me traumaron por unos cuantos días. Ya con el suelo en calma, me dio gusto dedicarle tiempo a Sam Gardner. Sugiero que ustedes también lo hagan, pero en Netflix, aunque en realidad ya hice tanto spoiler que las sorpresas serán pocas. Perdón, reconozco que me mamé.

Contador: 42 de 42. No tiene que ver, pero sepan que el juanfutbol club llegó a la final. Pensé en escribir de las semifinales, pero mejor no. Sería como invocar la mediocridad del Cruz Azul. Prefiero que me lean cuando ganemos.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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