Cuando vuelva la normalidad

Mauricio Cabrera
3 min readMar 27, 2020

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Te invito a que te mudes. A que te atrevas a reconfigurar tu concepto de normalidad. Te has empecinado tanto en lo de siempre que tuvo la naturaleza que enviarte un free trial a domicilio. Mira cómo se vive sin gente. O mejor dicho, sin tanta gente en la calle. Si has roto el encierro para una breve salida con los perros, habrás notado que aún en la CDMX puede escucharse el canto de los pájaros. Que esa sana distancia que te piden podría ser tan habitual que no necesitarías un personaje ficticio para que te la expliquen. Asómate por la ventana. Ten la curiosidad del perro entrometido que mira atento lo que pasa por las calles. Verás que el espacio vital de contingencia podría ser el de tu normalidad.

Te dirás, porque siempre encuentras pretextos disfrazados de argumento para no hacerlo, que la idea de la mudanza no va en México. Que o estás en la ciudad o tu trayectoria profesional se jode. Que vives en un país tan centralizado que si hoy te mueres de aburrimiento como excepción, allá afuera el tedio será la norma. Que afuera pagan mal. Y que aunque consiguieras tener buenos ingresos, allá no hay nada que hacer. Descartas la opción porque confundes bullicio con vida. Descartas la opción porque creciste pensando que México es la Ciudad. Y que el resto solo sirve en forma de playas y pueblos mágicos para la anécdota del fin de semana.

Pero recuerda lo que eras antes de que te enviaran al encierro. No olvides que esas calles que hoy lucen vacías antes no ofrecían ni un respiro visual. Ambulantes en una esquina. Repartidores por otro. Las personas concentradas en estaciones de metrobús donde la sana distancia es una broma reservada a las horas que en la realidad son para dormir. Recuerda que diario te mientan la madre en el tráfico. A veces con razón. Otras tantas sin que comprendas por qué. Que tú también empiezas el día tocando el claxón. Preguntándote por qué la gente puede ser tan pendeja a primera hora de la mañana. Actuando como un hijo de puta aunque en realidad sea el vértigo de la sobrepoblación el que te pone ese saco. No eres tú, al menos no del todo. Es el caos en el que has decidido vivir.

Dirás que lo de ahora no es válido. Que así como se siente bien pasear por calles semidesiertas, echas de menos los bares, los restaurantes, los cafés, el cine. Concluirás entonces que lo de ahora no es vida, aunque algunos estampas sí que te gusten. Dirás que no es tiempo de tomar decisiones. Que es mejor prepararse para lo de siempre aunque vaya a estar peor que siempre por la crisis que se avecina. Se habla de un 7% de pérdidas para la economía en 2020. Y eso suena a mucho como para ponerse temerario.

Las crisis son una invitación al cambio. Cada quien decide si espera a los que serán obligados o si tiene el ingenio como para improvisar antes de que los macroindicadores dicten el camino. La lectura es contundente, tan clara como un aviso de desalojo: cuando volvamos a la normalidad, podrás encontrar bares, restaurantes, antros y cafés abiertos, pero también volverá todo lo que hoy no has extrañado. El commute chilango que te resulta una pesadilla. Las juntas sin sentido en oficinas de las que al menos en videoconferencia puedes escapar con mayor facilidad. Los pleitos potenciales con todos los presuntos culpables que se te van a meter en el camino. El ruido con el que despiertas y la ansiedad con la que duermes. Así la vida cosmopolita de la gran ciudad.

No pretendo que suene a campaña turística en tiempos de coronavirus. Sería impropio de mi parte. Solo pretendo que extraigas lo positivo de lo que estás viviendo. Imagina esa normalidad de puertas abiertas con espacios para andar, pensar y actuar sin que esas decisiones tengan que ir acompañadas de largo trayecto en que no harás más que ver pasar la vida para hacer actividades que ahora descubres que puedes hacer desde una computadora. La vida en la ciudad no es tan buena como parece. Es, para ser honestos, más bien mala. Y se pondrá peor.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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