Días como estos

Mauricio Cabrera
3 min readJun 29, 2017

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Pasa que el futbol es como el amor. Lo descubres y quieres más. Todo el tiempo más. Pero la rutina un día te llega como cachetada. Comprendes que las citas no siempre serán memorables. Que varias se irán al olvido, como el cero a cero o el uno a uno.

La edad lleva a la selectividad. La pubertad exige cantidad. Por eso de adolescente los besos son más apasionados y despreocupados. Donde sea y cuando sea. Por eso de adolescente ves los partidos de las ligas de todos los países. Pero la madurez te amarga la existencia. Te hace más de momentos que de permanencia. Y entonces eres menos sensible. Ya no te excita un beso cualquiera. Y menos un juego cualquiera.

Ser adulto tiene, pese a todo, sus ventajas. El adolescente se ahoga de experiencias sin calma. El adulto vive en la calma esperando experiencias. Para uno si no se gana hoy, quizás sea mañana, o en unos años. Es problema del futuro. Pero para el otro, que de traumas ha construido su memoria, el de hoy es el de la urgencia. Porque las derrotas ya pesan, porque el tiempo es directamente proporcional a la nostalgia y porque la alegría de ganar, aunque sea sólo por un momento, devuelve la juventud que el adolescente aún vive como derecho.

Es natural quejarse del futbol. Con frecuencia le interesa demasiado el dinero. Y tú deseas que te quiera por lo que eres, no por lo que tienes. Además, te vas a dormir diario con él. Por eso de vez en cuando vives affaires con el americano, con la WWE o hasta con el box. Lo que sea, menos lo que siempre tienes. El adolescente descubre; el adulto repite.

Pero hay días como hoy en que el futbol te recuerda por qué lo tuyo con él fue amor a primera vista. Como ella cuando vuelve a ponerse vestido de noche. Como tú cuando vuelves a preocuparte por dedicarle noventa minutos libre de distracciones. Esas veces, cada vez más contadas, es cuando recuerdas por qué te enamoraste. Por qué estás con él. O con ella. En la cama o en la grada.

Pareto no se equivoca, aunque quizás fue demasiado optimista. El ochenta por ciento del valor de una relación se enmarca en el veinte por ciento de los momentos. Si lo piensas, el futbol al año, consumido en dosis excesivas, te da menos del veinte por ciento de partidos memorables. Quizás sea un noventa-diez. O hasta un noventa y cinco-cinco. Da igual, dado que ya lo quisimos, los futboleros tendremos suficiente con un partido memorable al año para recordar por qué lo amaremos hasta el último de nuestros días.

Hoy México despertó pensando en su Selección. En la misma que privilegia lo comercial sobre lo deportivo. En la misma que falla cada cuatro años. En la misma que juega amistosos que sólo nos mandan a dormir. Pero es la nuestra. Por la que un día llegamos al estadio tres horas antes. Por la que lloramos cuando cae. Y puede ganar o perder contra Alemania. Y gane o pierda volveremos a quejarnos de ella porque es con la que dormimos diario. Pero siempre habrá días como estos, en que ella se vista de gala y en que tu mundo se detenga por ella. Días en que recuerdes por qué amas tanto estar a su lado. No por lo que gana, sino por lo que te hace sentir.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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