El comercio informal de Facebook: ¿cómo fanpages hacen negocio en el futbol?
Es mejor sin valores. Porque cada premisa que sumas se transforma en desventaja competitiva. La derrota de lo cualitativo ante lo cuantitativo. La moral que sobra donde se necesitan las visitas. A los medios de comunicación los persigue el paradigma del comerciante informal. Estar fuera de la ley aporta más garantías que estar en ella. El ilegal es libre de publicar contenido que no le pertenece. De usar imágenes que no son suyas. Y de argumentar inocencia por desconocimiento. Un lobo con piel de cordero.
Mark Zuckerberg ha cumplido su misión. Facebook ha conectado a tantas personas que ha terminado por ser un mundo con reglas propias. Y también con infracciones originales. El submundo de Facebook está marcado por fanpages que crecen su alcance a partir de lo que los medios de comunicación establecidos no pueden publicar. En el futbol nada catapulta el alcance como el video de los goles o el streaming en vivo de los partidos. Activos que tienen dueños, pero que ante la existencia fantasma de los comerciantes informales son usados como punta de lanza para crecer el número de likes anunciando la transmisión en vivo de un partido. Para evitar ser bloqueados por infringir las políticas de Facebook, el registro de la transmisión es borrado una vez que termina el juego. Del streaming no queda nada, pero sí miles de seguidores que dieron like movidos por ese partido que de otra manera no hubieran podido ver. En algunos casos, ante estructuras informales más grandes, se crean cuentas alternativas para que en caso de presentarse un baneo, se produzca sobre la nueva cuenta en vez de la original, que en todo momento será referenciada para adquirir nuevos usuarios.
La oferta es variada. Tanto en vivo como On Demand. Cuando un jugador cumple años o cuando se presenta una fecha conmemorativa, los medios de comunicación establecidos recurren a imágenes de las agencias fotográficas con las que tienen contrato. Están forzados a usar su creatividad para generar dinamismo en sus contenidos y mantener el interés de la gente sin contar con los highlights en video del jugador o suceso al que se están refiriendo. Los informales sí que usan material de terceros. De la televisora que sea y del evento que sea. Nadie los monitorea y a los usuarios les pasa desapercibido que están catapultando un proyecto fuera de la ley. Suman shares, los shares les traen seguidores y una comunidad viva alcanzada a través de la violación al derecho ajeno.
Las irregularidades se dan desde la foto de portada. Estos mismos aficionados que dejarán de serlo en cuanto un peso se les cruce en el camino, usan imágenes que son propiedad de agencias fotográficas diversas. Cada posteo, de manera sistemática y sin restricción alguna, infringe derechos de terceros. Pero las agencias no los persiguen. Es más fácil buscar sacar dinero de una empresa constituida que de un joven perdido en Rosarito o en Texcoco. Los proveedores de imágenes necesitan dinero. Y para conseguirlo su filosofía es sangrar a los que ya tienen ubicados en vez de lanzarse por las carteras fantasma con ubicación desconocida.
El alcance se hace negocio. Antes por los propios medios de comunicación que por las marcas. Medios establecidos contactan a los creadores de esas fanpages ilegales para establecer acuerdos que a cambio de un monto específico les permiten publicar determinada cantidad de posteos al mes, con el consiguiente incremento en visitas para sus respectivas plataformas. Lo importante es aparecer arriba en Comscore. Desde medios internacionales que quieren ganar presencia en México hasta nuevos competidores nacionales que a punta de dinero, noticias de escándalo y mujeres con poca ropa buscan hacerse de un espacio, invierten y engordan la maquinaría de esos aficionados que ya para entonces han perdido la inocencia para transformarse en mercenarios del submundo de Facebook. Ahí no importa ni el pago por contenido de terceros, ni la veracidad de las historias ni mucho menos la ortografía.
El periodismo está lleno de frenemies. En Facebook como en ningún otro lugar. Alimenta la voracidad de la red social depositando sus contenidos y recursos en ella. Y ahora nutre a fanpages ilegales para hacerse de visitas. No importa el método. Menos el modelo editorial. Hay que sumar visitas. Aparecer como un grande aunque sea bajo el humo de una audiencia que no te pertenece. Es parte de la crisis. De esta realidad en que el único modelo editorial que prevalece es el de negocio. Clics donde sea y como sea. Legal o ilegalmente. Los formales que hacen fuertes a los ilegales.