El currículum en vivo
Publica todo lo que puedas. Comparte lo que haces. Trabaja con ritmo. Sé tan productivo como para que a la gente le sea imposible evitar notar lo que estás haciendo. Sé una máquina de contenidos. Muestra que puedes hacerlo.
Asume la exposición de tu trabajo en plataformas sociales como la mejor forma de hacer un pitch. Si lo piensas, tiene muchas ventajas sobre el proceso tradicional. Es como abrir una puerta para que entren todos los interesados en vez de ser tú el que va a tocar de una en una. Es también un shortcut para que la gente conozca tu trabajo, fundamentos y filosofías sin tener que estar desarrollando una presentación personalizada que intenta captar cinco minutos de atención de quien te recibe. Es un proceso de eficiencia pura y de creación a gran escala a partir del gusto personal, lo que de manera natural eleva la calidad de lo que estás haciendo.
Las redes, y en particular LinkedIn, se han convertido en una demostración curricular en vivo. En un proceso tradicional, los reclutadores, asumiendo que estás buscando un trabajo de tiempo completo, leerán tu curriculum y te pedirán que expliques lo que hacías. Bajo esta dinámica de creación de contenido para el consumo de aquellos a los que les interese, no hará falta explicar lo que se ve. Lo que piensas, lo que escribes, lo que
haces, e incluso tú capacidad para entregar resultados. El show don’t tell llevado a la práctica.
Gary Vee insiste en que generes tanto contenido como puedas. Y no se equivoca. Mientras más presente estés, más posibilidades tendrás de ganar un cliente, un contrato o un seguidor que te acompañe a partir de ese momento a donde quiera que vayas. La calidad no tendría por qué ser un problema. La práctica constante te acabará haciendo mejor, además de que exponerte con frecuencia a los ojos, criterios y reacciones de otros provocará que pierdas el temor a la opinión de terceros. Si quieres aprender a nadar, nada. Si quieres aprender a montar a caballo, monta a caballo. Si quieres crear contenido, crea contenido.
La constante generación de contenido lleva también a que estés en condición de alterar tu comunicación con un cliente potencial. Cuando te busquen, no accedas a desarrollar presentaciones sin costo. Si de evaluar tu trabajo se trata, habrá miles de piezas, opiniones y muestras de lo que haz hecho. Nada servirá mejor como testigo de lo que haces o no que ese currículum en vivo en que se han convertido las redes sociales, en particular, como lo dije antes, LinkedIn. Platica todo lo que necesites. Intercambia puntos de vista. Sé cordial y escucha las inquietudes de tu cliente potencial. Pero no le regales tu trabajo. Ese tiempo que invertirás en que alguien decida lo que ya debería tener decidido a partir de las múltiples muestras de lo que haces será tiempo perdido para seguir exponiendo tu obra.
El trabajo conceptual cuesta. El trabajo creativo cuesta. El tiempo, sobre todo, cuesta. Una idea la podemos tener siempre. Pero los minutos que invertimos en hacer lo que ya no tendríamos que hacer nunca vuelve. Convence con tu trabajo. Ya suficiente valor aportas con lo que compartes. Que el resto de lo que hagas parta de una negociación justa en la que quien te contrate tenga garantizada una aportación de valor para su negocio, pero donde tú también sepas que tu talento acabará siendo valorado y reconocido con justicia.