El niño que quieres volver a ser

Mauricio Cabrera
4 min readNov 3, 2017

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El niño que llevamos dentro. El que en algún momento olvidamos. El que se pierde en la estructura. A él conviene rescatarlo. Ahora lo entiendo. Pero no tanto por conservar el apetito de diversión como porque tiene soluciones que el adulto desconoce. Él resuelve con la imaginación, detona historias enteras a partir de un símbolo; el adulto destruye con el sistema, aniquila ideas con la camisa de fuerza de la costumbre. Uno propone, el otro bloquea.

La asociación tendría que ser evidente. Pero nunca me había pasado por la cabeza. La máxima del keep it simple es el sinónimo de ser siempre niño. Los dos pugnan por las soluciones libres. Los dos van con la creatividad como bandera. El que imagina un mundo a partir de un oso de peluche y el que simplifica un concepto de mil piezas en un símbolo que lo dice todo. En algún punto el proceso se invierte, pero el resultado es igual de extraordinario. El niño toma lo simple y lo materializa en posibilidades infinitas; el adulto que abstrae sobrevive a la complejidad de su entorno y de su cabeza para tomar atajos que le hacen más fácil la vida. El orden de los factores no altera el producto. Lo difícil que se hace simple y lo simple que se hace complejo dan como resultado la felicidad.

Los hombres y su eterna contradicción. Vivimos deseando volver a ser niños. Lo repetimos varias veces. Lo pensamos siempre. Volver a ese tiempo en que sonreír dependía de un videojuego. Regresar a una época en la que un examen es la mayor preocupación. Pero el deseo muere antes de ser objetivo. Al adulto le avergüenza poner manos a la obra. Le incomoda jugar como antes, aún cuando las circunstancias se presten. Le apena lo que ignora, como si no fuera esa ignorancia la que en su infancia lo llevó a imaginar los mundos que ahora echa de menos. Y dado que le apena lo que ignora, también le apena aprender. Prefiere morir como ignorante que envejecer como estudiante.

A mayor edad, menor voluntad. Los años castigan al cuerpo, pero también al alma. El adulto que ha olvidado lo simple vive en medio de expectativas. Su lugar en sociedad está más relacionado a lo que otros piensan de él que a lo que él piensa de sí mismo. Y entonces decide ocultarse en el rincón tranquilo al que tanto le huye Benedetti. No volar en paracaídas. No aprender el idioma que siempre debió saber. No montar a caballo porque de niño nunca lo dejaron hacerlo. No intentar ser lo que un día quiso y al final no fue. Muere dos veces. Primero a través de los sueños incumplidos; después, con la muerte física.

Es posible volver a ser niño. Estoy convencido. Pero es más aceptable explicarlo en los términos del keep it simple. Se escucha mejor. Más maduro. Más profesional. Ayuda a guardar las apariencias. Así que en ese keep it simple (volver a ser niño) que he adoptado como modo de vida, me descubro convirtiendo el caos en simpleza. No porque sea un genio, sino porque mi escasa capacidad de dibujo no me da más elección que hacer algo con mi ineptitud o abortar. Y he decidido hacer, aunque mis dibujos tengan la calidad de un estudiante de primaria y aunque para mí signifique el reconocimiento de un fracaso de toda la vida. Veinticuatro días después de haber empezado a dibujar a diario, no sé si he mejorado, pero sí que a nivel cerebral me siento más propenso a imaginar soluciones sencillas para problemas que de otro modo no podría resolver. Como el niño que sustituye la amargura de la soledad con la lealtad de los amigos imaginarios. El 101 for Dummies como método de satisfacción garantizada.

La premisa del keep it simple (o la del volver a ser niño) aplica para todo tipo de desafíos. Si en dibujo unas cuantas bolitas y palitos pueden representar un ser humano, en la vida un problema tiene dos caminos posibles, el de la angustia y el de la simplificación. El adulto tiende al caos, a la destrucción, al pesimismo. El niño a la propuesta, a la construcción, al optimismo. Que los años castiguen el cuerpo es inevitable, pero que castiguen el alma, depende sólo de ti, o de qué tanto decidas ser el niño que llevas dentro.

Nota del autor:

Lo fácil es difícil. Lo supe en el futbol antes que en la vida. Ni siquiera en el FIFA logro estar libre de la complejidad innecesaria. El quiebre de más, el regate innecesario, la falta pendeja. Newton y su manzana. Nosotros y nuestros traumas.

Contador: 55 de 55. O lo mantengo simple, o me quedo sin qué escribir. Es mejor así.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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