El ocio productivo como generador de soluciones
Odio los productos milagro, pero soy el primero que los consume. Y no sólo eso, que los crea. Cada vez estoy más convencido que el arte de disfrutar la vida pasa por llenarnos de argumentos para disfrutar lo que hacemos. Si son reales, mejor. Pero en el fondo la ficción pesa tanto como la verdad cuando se trata de aceptarnos como somos. Con placebos o con medicamentos. Con ciencia o con mentira. Con paja o con sustancia. Si vivimos sin culpa, vivimos libres. Y eso amerita cualquier engaño a nuestra conciencia.
No sé si la edad me está haciendo más cínico o menos pesimista, pero sí sé que hoy gozo lo que antes me provocaba remordimiento. Veo Netflix por horas sin pensar que es tiempo desperdiciado por no estar frente a una computadora haciendo lo que debía hacer. Escribiendo, estructurando, editando o leyendo. Veo un programa tras otro porque me entretiene, que ha sido siempre la finalidad. Y a esa función primaria le añado el toque utilitario que necesitaba para transformar la sensación de tiempo perdido en la certeza de una inversión que antes no entendía, o cuando menos no me había inventado como argumento para dejar de ser ese que pensaba que contar historias era estar conectado a Internet esperando que mi rendimiento se midiera por minutos empleados más que por ideas convertidas en realidad. Sin culpa de por medio, cada acción que realizamos deja enseñanzas que de maneras insospechadas aterrizan en los proyectos que creamos. Cuando no hay arrepentimiento, la mente se libera. Disfruta lo que ve, lo analiza, lo hace suyo y guarda los pilares de ese conocimiento o de ese resultado de la observación para cuando un problema cualquiera pueda vincularse a lo aprendido. Las soluciones están en todas partes. Incluso en el ocio. Sobre todo en el ocio.
Llámenle ocio productivo. O entretenimiento responsable. Usen el término que quieran, pero atrévanse a descansar sin culpa; y a la vez, a descansar con responsabilidad. La acción no implica ir por la vida durmiendo, viendo Netflix o navegando en Internet . Implica darle sentido a lo que hacemos, aceptar lo que hemos decidido hacer con ese valioso e irrecuperable activo llamado tiempo y transformar el resultado de eso que hacemos en nutrientes que detonen nuestra capacidad de resolver problemas creativos desde visiones que estén más allá de lo que nos atrevemos a pensar durante el tiempo que estamos en una oficina. El entretenimiento responsable equivale a dejar de estar en modo avión cuando podemos elegir pensar.
La decisión de aprender y crear en periodos de descanso va contra la dinámica de las corporaciones. Tanto se empeñaron en imponer reglas, horarios y condiciones que los trabajadores decidieron que aquello a lo que se dedicaban era como llevar puesto un traje que se quita y se pone según las horas y los minutos. El que ve su trabajo como sólo eso nunca obtendrá beneficio creativo de su descanso. El que lleva la totalidad de su trabajo a casa nunca podrá ver lo que el entretenimiento tiene para entregarle ante los dilemas de su profesión. Si se disfruta el proceso laboral, habrá dudas y deseos de superación que llevar a casa. Si se disfruta el proceso de ocio, habrá espacio para que la relajación entregue condiciones óptimas de liberación mental. Somos uno, con pensamientos activos y pasivos en distintas circunstancias, pero todo concentrado en el mismo cerebro.
La industria digital ha derivado en la explosión de las demandas interdisciplinarias. Si sólo sabes periodismo, nunca sabrás vender, y por tanto no sobrevivirás. Si sólo sabes vender, tu producto carecerá del alma y los valores necesarios para impactar en el corazón de la gente. Si lo único que sabes es ilustrar bien, llegará quien además de ilustrar, aunque no domine el arte tan bien como tú, sepa contar historias, y a él le irá mejor que a ti. Si sólo sabes diseñar, un día aparecerá el programador que con un diseño básico le dé la vuelta al proyecto que estás realizando. Pasa lo mismo con problemas de identidad de tu marca. Puedes aprender más de cómo tratarla viendo una caricatura que leyendo un medio de comunicación. Puedes dar con el nombre de tu nuevo medio en un viaje por una zona arqueológica en vez de repetir mentalmente el nombre de los medios que ya conoces para dar con uno que suene a lo mismo, pero diferente. La respuesta está en todas partes. La respuesta está en la observación.
Seguiré viendo anime en Netflix aunque ello provoque que el algoritmo me trate como a un japonés. Seguiré viendo caricaturas aunque para muchos sea indigno de mi edad. Seguiré aprendiendo más de We Bare Bears que de Cultura Colectiva. Consumiré más el nuevo episodio de Explained que los listicles de Buzzfeed. Me entretendré más con lo que no domino que con ver el milésimo partido de futbol de mi vida en una jornada cualquiera de una liga cualquiera. Ese es mi ocio productivo. Ese es mi entretenimiento responsable. Y así soy un poco más feliz y creativo que antes. Qué más da si es sólo un placebo. Se vale engañarnos si es para sentirnos liberados.