El protagonista es el usuario
Cuenta tu historia pensando en tus clientes. No antepongas el producto ni tus logros a la audiencia. Se trata siempre de hacerlos partícipes. De darles el protagonismo que merecen por ser los que invertirán su tiempo y dinero en lo que estás ofreciendo. Son ellos los que con tu ayuda cumplirán un objetivo, sea cual sea, al momento de utilizar tus servicios o productos. Son ellos los que construirán historias con lo que pones a su disposición.
En la historia tú eres un agente. Un facilitador que lleva a que tus usuarios pasen de un punto al otro con mayor facilidad. Eres Dumbledore para Harry Potter. Guardiola para sus jugadores. Eres el ayudante mágico que a través de sus productos y servicios contribuye a que el héroe (el usuario) cumpla una misión u objetivo que se haya propuesto.
Aunque parezca que tu producto o servicio nada tiene que ver con el mundo mágico de Harry Potter ni con las estrategias de Pep, tu narrativa sí debe ir estructurada del mismo modo. Siempre pensando en el ángulo correcto para impactar desde el aspecto emocional a tu consumidor o cliente potencial. Se trata de él. No de ti. Se trata de lo que tu producto logra para él. No de lo que tu producto hace. No de lo que está hecho. No del tiempo que te tardaste fabricándolo.
No es tu producto. Es lo que proyecta. La historia que debes contar es el resultado de la interacción de las personas con lo que pones a su alcance. Es la persona sintiéndose más segura de sí misma vistiendo tu ropa. Es la persona usando un iPhone pensando que tiene el smartphone más avanzado del mundo aunque las pruebas indiquen lo contrario. Es, en resumidas cuentas, el vínculo emocional que se logra con quien consume o adquiere lo que haces y la relevancia que lo que realices pueda tener en un entorno determinado. Importa el usuario en relación con su contexto.
Inspírate en las grandes historias que has consumido. Tú puedes ser el autor de una de ellas. Solo debes entender la narrativa correcta para que tu marca impacte en el corazón y la atención de tus clientes. Del resto, si cumples con esa promesa de valor tanto en la narrativa como en la filosofía, ellos mismos se encargarán.