El valor de la misión cumplida

Mauricio Cabrera
4 min readJul 4, 2019

El éxito de un proyecto pasa por la mentalidad. No hay idea que se convierta en realidad sin motivación de por medio. Y para encontrarla, más vale que la meta final no sea más que un punto en el camino. Pasa en la vida cotidiana. Cuando sabes que un vuelo tardará diez horas en llegar a su destino, te incentivas con el cumplimiento de objetivos intermedios. Cuando ya sólo faltan seis, cuando faltan cuatro, cuando faltan dos y cuando falta una. Puede incluso que esos parámetros de tiempo los conviertas en oportunidades de consumo. Una película, o determinado número de episodios de una serie, o un podcast. Es un hack a tu mente ansiosa. Una forma de llenarte de satisfacciones intermedias hasta que por fin llega la hora de aterrizar.

Es tanto el ruido de las plataformas sociales que es complicado encontrar algo más que la motivación instantánea. El aquí y el ahora nos ha hecho ansiosos. Vivimos con un sentido de exhibicionismo que deriva también en un sentido de urgencia. Si lo vivo, lo tengo que mostrar. Si lo creo, lo tengo que exhibir. Aunque sea apenas un dos por ciento de mi trabajo final. Aunque no sea inteligente lanzarlo ahora porque no tengo un stock de contenidos que me blinde ante ese día en que deba publicar y no esté en condiciones de hacerlo. El creativo que quiera hacer trabajo que perdure debe recordar el valor de ensayar sin público de por medio. De prepararse muchas semanas o meses solo para una noche memorable frente a la audiencia que ha esperado para verlo. La capacidad de demora es la pequeña gran diferencia entre el que deja todo a su inspiración y el que valora su producto a grado tal que entiende que no hay urgencia por darlo a conocer. A su tiempo, en sus condiciones y bajo sus términos, acabará funcionando. O eso, o el producto estuvo mal desde el inicio, en cuyo caso habrá un aprendizaje para el futuro.

El creativo necesita llevarse un número a la cabeza. El predominio de lo digital nos entrega las herramientas necesarias para hacerlo. Funciona tanto como creador como a nivel consumidor de contenidos. Si un libro tiene mil páginas, es posible que en algún punto nos embargue el desgano o la sensación de que nunca lo vamos a terminar de leer. Pero ahí está el Kindle para habilitarnos el ir midiendo nuestro avance de lectura. Y entonces podemos cuantificar lo que antes se hubiera reducido a lo cualitativo. Hoy decido leer cinco por ciento de ese libro que tanto me gusta. Y mañana otro cinco. Y pasado, aunque sea, un tres por ciento. No importa en realidad la dimensión del avance que estés realizando sino el que tú le pongas un objetivo a lo que haces para que tu cerebro te vaya convenciendo de que vas avanzando. La satisfacción de levantarte de una silla tras haber cumplido una meta, aunque no esté más que en tu cabeza, te dará todo el combustible que necesitas para estar ahí al día siguiente. O incluso en cualquier otro momento del mismo día.

Aunque hay muchos estudios que hablan de sesiones de trabajo de cuarenta y cinco a noventa minutos para estar a plenitud, es mejor transformar las sesiones creativas en objetivos cumplidos más que en tiempo. Para elegir esa meta es importante tomar en consideración la extensión del proyecto que queremos realizar y el esfuerzo que podría requerirnos. No es lo mismo planear el avance de un libro, que no verá la luz hasta que lo hayamos terminado, que una serie de textos que se irán publicando periódicamente en alguna plataforma. Para que el esquema funcione se necesita tanto una clara noción del presente y nuestras circunstancias, incluyendo compromisos, otros proyectos y posibles imprevistos, como del futuro y sus desafíos, deadlines que nos hayamos impuesto, viajes que tengamos programados y cualquier otro aspecto que vaya condicionando nuestra productividad. No se trata de poner un cronómetro para marcar el principio y el final. Se trata de ir entendiendo nuestra capacidad para enfocarnos y a partir de eso otorgarnos la elasticidad necesaria para decidir que entre el cumplimiento de un artículo y otro habrá un paseo con los perros, o un podcast, o un programa de entretenimiento. Es tan elemental como ese punto en el que a un perro le das un premio por buen comportamiento, solo que en este caso lo haces para ti. Trabajas, creas, te concentras, cumples y te premias con lo que sea que quieras en ese momento, tanto si parece atender tu crecimiento creativo como si no sirve más que para entretenerte. Dar y recibir para ti mismo. Un negocio que potencializa tu creatividad.

Olvida la tentación del multitasking. Haz mucho pero en momentos diferentes. Dale a cada proyecto el tiempo y la atención que se merece. No importa si te requiere una sesión de diez minutos o un trabajo de años que acabarás partiendo en una serie de momentos de concentración. Enfócate, cumple y relájate. Hazlo así una y otra vez. Llegará el día en que te des cuenta que tu creatividad ya no se basa en la inspiración sino en la disciplina. Y así serás un creador de contenidos en serie más que un tipo cualquiera con buenas ideas ocasionales.

Sign up to discover human stories that deepen your understanding of the world.

Free

Distraction-free reading. No ads.

Organize your knowledge with lists and highlights.

Tell your story. Find your audience.

Membership

Read member-only stories

Support writers you read most

Earn money for your writing

Listen to audio narrations

Read offline with the Medium app

Mauricio Cabrera
Mauricio Cabrera

Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

No responses yet

Write a response