Es mentira: Instagram no le copió a Snapchat
Eso dice Kevin Systrom. Y yo le creo. Porque aunque Instagram Stories replica las que hasta entonces eran funcionalidades emblema de Snapchat, él me ha dado un argumento convincente, que puede ser verdad o mentira, pero que en un juicio en el que él es el acusado y yo el único miembro del jurado, lo dejaría en libertad.
Su defensa se divide en dos. A la primera recurrimos todos en algún momento de nuestra vida creativa. Dice que sería absurdo no adaptar una tendencia sólo por temor a ser calificado como imitador. Si a Google lo hubiera detenido que los mapas ya existieran, nunca hubiera creado Google Maps. Si a Apple lo hubiera frenado la existencia de teléfonos móviles anteriores, jamás hubiera existido el iPhone. Es más, si Snapchat se hubiera puesto una venda ante los filtros de Instagram, hubiera carecido de uno de los elementos que lo catapultaron al éxito.
Pero esa defensa la hace cualquiera. Yo la he escuchado de competidores que replican formatos de juanfutbol. Y la he pasado mal por eso. Cuando lo padeces, la imitación te parece un insulto. Una cobardía que no debería perdonarse. Pero cuando lo haces, porque las inspiraciones con frecuencia vienen de ideas de otros, encuentras argumentos como ese para estar en paz contigo mientras los ofendidos tienen ganas de declararte la guerra. Con un tuit, con un comentario en Facebook o hasta con una pelea callejera cuando te encuentren. Se trata de sacar la impotencia que provoca el que una idea tuya haya inspirado a otro. Paradójico que la mayor forma de reconocimiento, que es que otros sigan el camino que tú construiste, acabe siendo la mayor ofensa que nos pueden hacer.
Su segundo argumento, que de hecho es con el que abre el tema en la entrevista que dio a Kara Swisher, es el que me hizo escribir “inocente” en la papeleta. Sonó convincente tanto en la forma como en el fondo. En la forma porque su respuesta no vino de una pregunta directa sobre la presunta imitación de Instagram a Snapchat, sino de un ejemplo pedido a partir de la enumeración de las que para él son las tres premisas que rigen Instagram: simplicidad, craft (me gusta más en inglés que en español, pero se podría explicar como atención al detalle) y solución de problemas. Y es en esta tercera donde llega el fondo, porque explica que el lanzamiento de Stories más que haber estado influenciado en la naturaleza de Snapchat, se fundamentó en que debían encontrar el modo de que la gente publicara más en Instagram sin temor a que su contenido no fuera lo suficientemente bueno como para satisfacer las exigencias visuales de Instagram. Dice que había frustración en los usuarios por sentir que o mostraban virtudes fotográficas o sus imágenes no debían ser expuestas. Con Stories, explica, el usuario dejó de tener miedo a publicar contenido que no por fuerza tiene calidad en materia visual, pero cumple con el deseo de compartir una experiencia por un tiempo determinado.
Sólo en Instagram saben si la motivación fue resolver esa necesidad. Pero la verdad no importa tanto como que suene convincente. Errol Morris, director de cine estadounidense, dice en Eating The Dinosaur que la consistencia narrativa que los seres humanos crean para sí y su entorno es más importante que la verdad, relegada siempre al asiento trasero.
Instagram no copió a Snapchat. Resolvió una necesidad de sus usuarios y de su plataforma. Evan Spiegel seguro que no lo ve así. Es natural cuando además de imitar tu idea, la superan en alcance. Es la historia de la narrativa sobre la verdad. Systrom ha dado con la clave retórica para dormir tranquilo, para tener 250 millones de usuarios al día en Instagram Stories (contra 166 de Snapchat), y para que yo lo declare inocente.
Nota del autor
La entrevista es de hace un par de meses. Me tardé en descubrirla. Pasa que entre mis viajes de trabajo a Colombia y el scrolleo compulsivo en Facebook se me van la vida y los buenos contenidos.
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