Fallar para tener éxito

Para permitirte acertar necesitas aprender a fallar. Morir en el intento construye a futuro, morir en la inacción tiene efectos negativos inmediatos pero también para el mañana. Detrás del que hace con frecuencia está el amor propio que desarrolló a través del blindaje que le representan los intentos que derivaron en éxito, pero sobre todo los esfuerzos que fueron un fracaso.

Va más allá del prueba y error que de forma natural te acerca a un resultado positivo. Entra más bien en la confianza humana que se construye cuando el miedo deja de gobernar nuestras acciones, ese que indica, en una regla no escrita, que conforme más grandes somos menos nos atreveremos a incorporar actividades que no pensamos dominar o en las que no tenemos experiencia.

Los seres humanos en sus primeros años se atreven a mucho dominando muy poco. Exploran, ejecutan, aprenden, se lastiman, lloran por unos segundos y vuelven a intentarlo hasta que la bici que antes era peligro se convierte en aventura, hasta que el perro que antes provocaba temor se convierte en su mejor amigo. Pero conforme crecen, ya conscientes del escarnio público y de las consecuencias (más aparentes que reales) de sus fallas, se resguardan en los límites de lo que piensan dominar. Prefieren el rincón tranquilo de lo que saben que la aventura que desconocen.