Haz lo que no te gusta
Conviértete en un farsante. Decide que te gusta lo que en realidad nunca te ha llamado la atención. Miéntete si es necesario. Ya instalado en el engaño, descubrirás que lo que menos te gustaba tiene algo que aportarte. Aunque sea conceptual. Aunque cuando se lo expliques a otras personas no entiendan cómo uniste un punto con otro. Es algo tan personal que quizás no alcancen las palabras.
Es una cuestión de enfoques. De encontrar la forma de que el optimismo le gane al tedio. De que la curiosidad pueda más que la negación. Si lo consigues, sea lo que sea con lo que te enfrentes, obtendrás un aprendizaje que transformarás cuando menos en una inquietud. Y de la inquietud llega la conexión. Y de la conexión, ese detonante que genera sustancia.
Piensa en qué marca más diferencia. No cometas el error de obsesionarte por dominar lo qué haces mientras ignoras tanto. Vale más pasar de cero a setenta por ciento en conocimiento de cualquier tópico que no sea tu especialidad que subir del noventa y cinco al noventa y seis por ciento de lo que dominas. Que tu orgullo no te impida meter los pies en aguas que desconoces. Que nunca la edad o tu ignorancia sean los principales motivos para convencerte de que estás demasiado viejo para prender ni para que decidas que la forma más llevadera de lidiar con tu ignorancia es acostumbrarte a ella.
Sé un outsider de ti mismo. Despiértate con ínfulas de matemático si no lo eres. Decide qué quieres ser creativo aunque en tu día a día analices formatos de Excel. En lo desconocido encontrarás respuestas. En lo conocido encontrarás comodidad. Y de ahí al estancamiento. Y por ende, al olvido.
Sé humilde al entender que en lo que hacen otros también puede estar lo tuyo. Si eres creativo, comprende que aprender a hacer un modelo de negocios te hará ser más completo. Si eres numérico, profundiza en la idea de que un producto cuidado es la inversión más rentable que puedes hacer aunque el beneficio no sea inmediato. Sé tú mejor complemento. No siempre lo podrás encontrar en otra persona.
La próxima vez que te inscribas a algo haz lo contrario a lo que siempre harías. No vayas a tu primera intención. Quizás ni a la segunda. Experimenta. Construye las condiciones necesarias para que seas el más ignorante del salón. Para que sientas la necesidad de entrar a los cursos introductorios, a esos primeros niveles de los que habitualmente huimos por miedo a abrazar lo que desconocemos. Suelta lo que ya sabes. Eso no se irá. Abraza lo que ignoras. Si lo haces, algo de legado te llevarás.