La atención a tus seguidores te traerá a los de otros
Dedícate a los que te siguen. No a los que te ignoran. Si alteras la prioridad, es posible que a los segundos los atraigas a partir de los primeros. Tiene que ver con entender que el mejor modo de crecer una base es dar el mejor servicio a los que han decidido leerte, escucharte y acompañarte en el camino.
El error está en ver números más que lealtades. La matemática o lo que el hombre hace de ella es ambiciosa. Si no suma, decimos que las matemáticas no dan. Y entonces acabamos obsesionados por el número que no se mueve y por los números de otros, que o se mueven o ya se cuentan en tantos millones que es difícil percibir un estancamiento.
Las comparaciones déjaselas a las corporaciones, que con plataformas en mano intentarán cruzar ochocientos datos para ponerse por arriba de sus competidores o cuando menos para dar con posibles argumentos que construyan una narrativa a su favor. Pero cuando buscas una base de seguidores propia, los únicos números que importan son los propios, tanto para decidir hacer más, como para decidir hacer mejor. Si atiendes a los propios, los ajenos llegarán. Si piensas en los ajenos, los propios se irán.
Que las redes promuevan un mundo de continuo monitoreo al otro no significa que tú tengas que seguirlo. Cada minuto que dedicas al consumo de lo que hacen otros es un minuto en que de uno u otro modo creciste el awareness y el tiempo de retención de ese a quien estás consumiendo y un minuto menos en la construcción de lo que sea que te hayas propuesto. Una inversión tan mala que no solo te quita sino que al mismo tiempo le suma a ese otro que has decidido que sea tu competencia.
Los límites funcionan. Consumir digital se ha vuelto complicado porque no tenemos barreras de tiempo ni espacio. A la hora que sea, en el lugar que sea. Aunque se puede leer en el smartphone, no funciona igual que el Kindle porque no acota ni establece parámetros. Aunque tenemos la capacidad de elegir voluntariamente dejar de ver Instagram, no funciona porque no hay nada que nos imponga que ha sido suficiente. Lo que sí tenemos, y hay que aplaudir aunque sea la funcionalidad menos promovida de la historia de la aplicación, es la opción de programar el tiempo de consumo que queremos. Una libertad controlada, o cuando menos consciente. Esa herramienta y lo que hagas con ella puede marcar la diferencia entre el tiempo que decidas a ella y el tiempo que dedicas a tu propia persona o a crear para los que te siguen por lo que haces, no por el tiempo que pasas obsesionado con otros. Que sirva el aviso depende de tu acción. Si programas una alerta solo para ignorarla, solo habrás perdido algo más de tiempo al haberla programado.
Sea cual sea la base que tengas, piensa en retener y después en sumar. La suma sin retención es una batalla que vas a perder. Ya sea porque te desesperes en el camino o porque cuando te des cuenta ese número grande que se lee impactante en una red social tendrá que pasar por filtros de conversión para terminar dándote cuenta que solo un diez por ciento de esa audiencia te funciona. No solo seguirás siendo chico, sino que la propia lectura de tu audiencia estará contaminada por la basura que tú mismo llevaste.
No importa si son muchos o pocos. Importa que son tuyos. Que te acompañan, que te siguen, que te aplauden, que te impulsan. El que valora lo suyo en vez de envidiar lo otro está más cerca de sentirse realizado. Y también de crear un verdadero negocio.