La competencia eres tú

Mauricio Cabrera
3 min readOct 25, 2018

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Que la comparación sea contigo. Compite cada día. Asume la vida como un entrenamiento de ti mismo. Siempre aprendiendo, siempre fortaleciéndote. Y cuando no, cuando te lesiones, acepta que estás fuera de ritmo, que te han puesto un alto o que tú mismo lo estás provocando. Acepta el fracaso tanto como la victoria. Aprende de los dos. Haz algo con los dos.

No mires los millones de seguidores de otros. No dejes que te escojan. No permitas que tu estilo sea el que dictan las tendencias. Logra que el tuyo sea tu tendencia. Crea, piensa y trabaja para ti. No corras para un público imaginario. No pienses en el valor del aplauso digital. No vivas de ellos ni para ellos. Vive para ti. Personalízate tanto como puedas, y sobre todo, tanto como quieras.

Nacer, en realidad, no te hace único e irrepetible. El valor de la vida no está en las condiciones heredadas. Está en patentar nuestra historia. En dejar nuestra marca sin imitar la de otros. Que lo ajeno sirva de inspiración, nunca de obstáculo. Que observar sea un aliciente, nunca una muralla mental tan grande como la diferencia entre el número de seguidores de otros contra los tuyos. Escribe tu vida aunque el ruido pretenda distraerte. Decide lo que eres sin más influencia que la de tus convicciones. Que tu vida lleve la etiqueta de tu marca, no la del capitalismo ni la de las apariencias.

Tienen razón quienes les llaman influencers a las personas que son populares en redes sociales. No por su capacidad comercial. Chumel nunca me ha llevado a comprar un teléfono. A Plaqueta no la veo como autoridad para explicar la adolescencia de las adolescentes. Werevertumorro jamás ha influido en mi toma de decisiones. Son influencers porque su fama se metió en nuestra cabeza como la vía rápida para sentirnos relevantes. Si Luis Miguel hace cantar a México por los ideales del amor, tanto exitoso como fallido, ellos provocan dilemas existenciales. Influyen en nuestra cabeza porque hagamos lo que hagamos siempre surge una referencia a ellos. A sus millones de seguidores, a sus millones en patrocinios y a la supuesta felicidad que entrega la adoración de terceros.

Son los problemas de la libertad. Del mundo sin muros. Del poder de la maquinaria digital que siempre tiene una historia para restregarnos que mientras no seamos populares no somos nada. En la industria creativa es frecuente que no trabajemos por amor al arte; es más, que ni siquiera lo hagamos por dinero. Buscamos la aceptación de otros. Como si lo que hacemos no existiera salvo a partir de los ojos de otros. Como si cada obra tuviera que pasar por los ojos de jueces encargados de validar que nuestra existencia algo tiene de sentido.

Deja de luchar por encajar. No se trata de ser la pieza que embone en el rompecabezas de otro. Se trata de ser tu propio rompecabezas. Con tus piezas elegidas según el tiempo, el espacio y tus expectativas. Con un armado tan independiente que puedas rehacerte una y otra vez hasta que la vida sea lo que tú quieras que sea.

No te intimides ante el que tiene más. No te achiques ante el que te lleva ventaja. No compitas con ellos, compite contigo. Si fueras un corredor, medirías tus tiempos en cada vuelta a la pista. Respetarías tu plan de trabajo. Apretarías cuando valiera la pena, revisarías si algo está fallando, volverías a empezar cuando fuera necesario. La vida es justo así. Con personas en los carriles de al lado. Con gente en la tribuna. Pero al final sigues tu camino, siempre pensando en marcar tu mejor tiempo. Para ti y para nadie más. Y no porque seas conformista, sino porque eres ambicioso. Si cada día mejoras tu marca, acabarás derrotando a los demás. Si compites contigo y derrotas a tu mejor versión del día anterior, le habrás ganado al mundo.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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