La curiosidad inspiró al gato

Nos hace falta conciencia. Entender que lo que consumimos es parte de lo que somos. Hacerlo no por fuerza resolvería algo, pero al menos nos llevaría a aceptar que no podíamos esperar un mejor resultado devorando historias como lo hacemos. No dicho por el exceso, sino más bien por el tipo de historias o las plataformas y formatos en que las consumimos. Somos lo que comemos, incluso en contenido.
Innovar no es solo hacer, es también consumir. Si no consumimos aquello que se sale de nuestra rutina, tampoco generaremos ideas que estén fuera de ella. La novedad es una de las grandes aliadas de la inspiración. Es vital que evitemos matarla a partir de ese candado que una vez que somos adultos ponemos a lo inesperado y a lo que está fuera de lo que hacemos en el día a día. Sin nuevos aprendizajes es más factible que nos quedemos sin nuevas ideas.
El de las caricaturas es un gran camino. Funciona tanto si es bajo el modelo americano como si se adopta el consumo de anime. Ambas provocan en el adulto un pensamiento, análisis y humor al que no se expone cuando opera bajo el rigor de lo que considera pertinente para su edad. Son muchos los que se niegan a ver dibujos animados. Son muchos los que no lo hacen salvo cuando se ven motivados por sus hijos o por tratarse de una película o caricatura que apela a la nostalgia. Pero en el fondo, sobre todo aquellos que nos dedicamos a contar historias, tendríamos que esforzarnos por abrazar el mayor tipo de contenido posible para ser capaces de viajar de una a otra plataforma, comprender distintas audiencias y ser capaces de generar un discurso unificado pese a tener distintas apuestas estructurales.
No te encasilles. No pienses que un título universitario te exime de exponerte a contenido que no cuadra con lo que te enseñaron. No te sientas superior a él ni poco apto para él. Míralo con el interés de un niño y con la mirada clínica de un especialista que se supone que ha sido entrenado para poder diferenciar entre lo que satisface sus gustos personales y lo que tiene valor por el modo en que cuenta la historia, por la forma en que plantea un posible negocio y por atender audiencias a las que quizás nunca habías pensado dirigirte. No hace falta que te guste, hace falta que a partir del respeto que debiera merecerte encuentres narrativas, estrategias e inspiraciones para lo que sea que venga en tu camino creativo.
Tu experiencia no es un lastre, es una oportunidad. Tus años no son tanto una desventaja como un estandarte del que puedas agarrarte para seguir creando y diversificándote con una audiencia que te acompañará a donde sea, y que si en algún momento decide no ir a tu lado, no será porque la hayas perdido sino porque decidiste abrirte a una nueva audiencia, lo que terminará haciendo aún más amplio tu margen de maniobra.
Si solo te mueves en el terreno en que estás consolidado desde hace tiempo, tendrás mucho que perder. Si en cambio amplias tu campo de acción sin descuidar lo que ya tienes tú eres el que está promoviendo la transformación, no la exigencia de terceros que empiezan a insinuarte que o te modernizas o habrás quedado obsoleto.
Ve lo que quieras, haz lo que quieras, analiza lo que quieras y come lo que quieras. Solo ten conciencia de que tu fracaso puede no ser producto de la falta de buenas ideas sino de la falta de disposición para ir y consumir contenidos que no ves como aficionado sino como un especialista. Si consumes sano y consumes variado, si llevas una dieta sana de contenidos, tendrás nuevas ideas, nuevas audiencias, nuevas inspiraciones y nuevos proyectos. Ser curioso vale la pena.