La era de las intersecciones
Mira los círculos. Observa con atención. Ve dónde intentan colocarse los demás y piensa en dónde quieres estar tú. La mayoría escogerá uno de los muchos espacios disponibles. Solo uno. No pensará ni en multiplicarse ni en los espacios comunes. Es justo ahí donde tú debes estar.
Siempre he dicho que la próxima actividad de una persona es una que ni siquiera existe en el organigrama. En un entorno de tanto cambio y presión económica, la suma de conocimientos da como resultado el diferenciador que necesitamos para reventar el empate técnico al que hemos estado condenados desde que a las actividades se les encapsuló en títulos profesionales. Hay demasiados ingenieros. Hay demasiados periodistas. Hay demasiados diseñadores. Y todo partiendo del hecho de que hay demasiados humanos.
La especialización ya no es suficiente. Puedo ser el mejor en lo que hago y aún así padecer los efectos de la competencia excesiva. Hay en términos generales más oferta que demanda. Y eso lleva a la pulverización de presupuestos. A que los servicios que podríamos ofrecer se malbaraten, sobre todo porque en la elección entre calidad y precio la gente siempre tenderá a buscar lo mejor al mejor precio posible, que no siempre puede darse, o peor aún, entre lo bueno caro y lo malo barato, muchos elegirán lo barato que sale malo. El dinero confunde con facilidad las prioridades.
Dado que el empate técnico se ilustra con la falta de palabras para identificar los diferenciadores dentro de una especialidad, más vale dejarlas de manifiesto con cuantas habilidades tengamos. La especialización no se ha extinto, solo necesita ser reinterpretada para volver a ofrecer los beneficios de antes. A la especialización hay que visualizarla como un universo más que como una actividad que forma parte del mismo.
Para decirlo en palabras menos ambiguas, necesitas especializarte en una industria, no en una actividad. Y a esa industria, además, debes visualizarla a partir de su concepto fundamental. Si, por ejemplo, escribes, No debes pensar que eres un especialista en la creación de artículos o de libros impresos, sino que tienes una extraordinaria oportunidad para llevar tus ideas a cualquier formato que te permita contar una historia.
Pasa como con las marcas. Lego no es más un bloque. Sigue siendo eso, pero ahora también es una película, o un videojuego, o un conjunto de monitos coleccionables aunque para tenerlos no sea necesario más que abrir una bolsa por la que pagaste. La marca en este caso comprendió que su razón de ser era mucho más amplia que la simple definición del producto que estaba a la vista. De haberse quedado con el pensamiento obvio, hoy Lego estaría liquidado.
Para saber de lo que eres capaz te puede ayudar aprender a imaginarte en tiempos de crisis. En la urgencia habilitamos actividades y capacidades que descartamos en la normalidad. Ante el apuro hacemos aquello que habíamos dejado de hacer y probamos aquello que nunca habíamos querido probar. Y en algún punto, a veces del modo menos esperado, encontramos una intersección entre nuestras capacidades, intereses y urgencias que deriva en nuestra nueva gran ventaja competitiva.
Si piensas que ya estás especializado, evalúa todos los ángulos. No te conformes con dominar una actividad o un proceso para conseguir un resultado. Quita por un momento el zoom en que has vivido y ahora, con el plano completo frente a ti, sitúate donde quieras, que seguro no es en el que todos hacen y aportan lo mismo. La conexión de personas, ideas, experiencias y conocimientos será tu gran diferenciador ante el empate técnico de la humanidad.