La evasión
Si estuviera protagonizando una película, es aquí donde me estarían viendo encendiendo un porro para evadir la realidad. O quizás comiéndome un brownie mágico de esos que hacen que tengas lagunas híperchingonas. Me mama esa sensación de estar en el punto A y reaccionar en el punto B sin entender cómo chingados le hiciste para llegar ahí. Neta que las pinches drogas son mágicas. Se me eriza la piel nada más de acordarme cuando el pinche éxtasis me hizo sentir la lluvia más cabrona de mi vida sin tener que mojarme. Lástima, lo digo con puritita verdad, que mi pinche conciencia y el moralino que llevo dentro me han impedido unirme al lifestyle de los pachecos.
Aquí de nuevo entra mi yo utilitario. El cabrón que piensa tanto en productividad y resultados que se dice que esas chingonerías de momentos sponsoreados por la mota, el perico, la coca o el MDMA, no son buena inversión a largo plazo. Ya saben, uno puede quedar medio pendejo, tan en su mundo que llega el punto en que ya no te ves como creativo sino como un cabrón en trance a la espera de que su avatar encuentre un lugar en el pinche metaverso de Mark Zuckerberg.
Aunque suene trillado, pienso en drogas porque pienso en evadir la realidad. Es lo que sigue en mi plan. Ya les conté que quiero irme de mojado al San Diego de los creativos, ya les expliqué que estoy armando un casting para que mis nuevos amigos de verdad parezcan creativos y no unos…