La evasión nacional

Mauricio Cabrera
3 min readNov 6, 2018

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Conciencia tardía. A destiempo. Cuando es más una obviedad que el valor de un acto responsable. Lo recordé cuando ya era demasiado tarde. En ese momento en que pienso más en un chorro de agua fría que en seguirme bañando con agua caliente. Seguro que algo ahorré. Me evité de tres a cinco minutos de agua desperdiciada. Algo es algo. Pero aún así, me siento irresponsable. Me acepto irresponsable. Como todos. O como casi todos.

Soy de esos que procura evitar el contacto con el dolor. Prefiero no amar que sentir los efectos del amor cuando se acaba. Prefiero no ver películas sobre la lealtad de los perros para no sentir la tristeza de verlos morir. Prefiero ignorar que mirar de frente la realidad. Prefiero no ver reportajes sobre el problema del agua por miedo a quedarme sin ella. Es la conciencia omitida. El escape de uno mismo y sus problemas.

Estos días los mexicanos huyeron de sus problemas. Se fueron de puente. Salieron de fiesta. Recordaron sus pueblos de origen con tal de no vivir sin agua. Fue una evasión multitudinaria. Unas vacaciones para no sentir. Para desconectarse del grifo y la regadera. Para no echar un vistazo a los tinacos vacíos. Para desconectarse de las consecuencias. Para que la realidad los alcanzara sin tener que abrirle la puerta. Como cuando se dice que alguien escapa a la muerte. Como cuando alguien no aparece ni en la hora ni en el lugar acordado. No estar cuando tienes que estar.

Hubiera sido positivo que nos encerraran durante estos días. Que ningún capitalino hubiera podido salir de sus casas. Un toque de queda para que nos hiciéramos responsables. Sin agua. Con el futuro hecho presente. Con un simulacro tan real que se viera en la suciedad de nuestras caras, en la sequedad de nuestras gargantas y en la ausencia por mantenimiento del sistema Cutzamala. La violencia de un atentado provocado por los millones de personas que habitamos la Ciudad de México.

Los seres humanos nos hemos vuelto inmunes. No hay advertencia que nos detenga. Un día escuchamos que una especie está en peligro de extinción y días más tarde se hace oficial que no hay más ejemplares. Un día nos dicen que fumar provoca cáncer y al siguiente seguimos haciéndolo. No reaccionamos ni siquiera por las generaciones que vendrán. No reaccionamos ni siquiera por nuestros hijos. Y la verdad, ni siquiera por nosotros.

El del agua es un problema de todos. Pero cada uno tiene sus propias urgencias tan apremiantes como el mantenimiento al Cutzamala. Actualizaciones profesionales que o atendemos o nos acabarán volviendo obsoletos. Traumas que o atendemos o acabaremos repitiendo hasta que la muerte nos ponga un alto. Vicios que o erradicamos o impedirán que al menos un día de nuestras vidas conozcamos la mejor versión de nosotros mismos. Nos vemos al espejo. Nos decimos lo que falta. Sabemos lo que falta. Y aún así, como en los gritos de auxilio de esa agua que un día dejará de correr, decidimos no hacer nada. Decidimos evadir.

El calentamiento global es más grave que el creciente enigma de saber qué ponernos por la mañana. El problema del agua es más grave que unos días de fiesta fuera de la ciudad. Nuestros problemas personales son más apremiantes que la postergación permanente de los mismos, como si la evasiva fuera también una solución potencial. A la crisis, lo he dicho en anteriores textos, hay que abrazarla. No porque la queramos sino justo por lo contrario. A la crisis hay que abrazarla porque sólo padeciéndola con toda su violencia será posible que un día hagamos algo con las advertencias que la naturaleza, el mundo y nuestra propia conciencia nos envían.

Me hubiera gustado que el agua no fuera benévola conmigo. Si me quedé en México no fue por valiente ni por abrazar la crisis, fue porque no tuve tiempo de planear mis días de escape. Pero ella no me falló. Estuvo conmigo aún en ese momento en que recordé que no debía tardarme tanto al darme un baño, que el del agua es un problema tan serio que varias colonias no tenían ni una gota. Estuvo conmigo en la evasión y en la irresponsabilidad. Estuvo conmigo como un vivo retrato de los muchos problemas que tengo y la cobarde manera que tengo de lidiar con ellos. Como todos. O como casi todos hacen con los suyos.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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