La experiencia está sobrevalorada

Mauricio Cabrera
4 min readNov 22, 2017

--

Lo que eres y lo que estás por ser. Lo que sabes y lo que estás por descubrir. Tener experiencia es peligroso. Significa que conoces el camino, que sabes llegar. Y hasta ahí todo bien. Pero después te das cuenta de tu reiteración. Soluciones repetidas para problemas que en realidad no son siempre iguales. Porque algo de distinto habrá entre el problema de hoy y el de ayer, pero el cerebro perezoso tiende a encasillar y, a partir de eso, a volverte predecible. A ser víctima de tu sabiduría y miope en tu ignorancia.

El tiempo es más un enemigo que un aliado. La obsolescencia no está tan ligada a la edad como al ego del que piensa que las canas aportan superioridad. La experiencia ha estado siempre sobrevalorada. Como si haber estado representara por fuerza que lo has hecho bien. En la industria de los medios de comunicación es una tendencia con final predecible. Las áreas de recursos humanos, más fundamentadas en el palomeo de cargos y responsabilidades alcanzadas que en el conocimiento a fondo sobre las transformaciones de la empresa y los proyectos en curso, acude con devoción a los perfiles de LinkedIn para hacer un primer filtro de candidatos fundamentado en la cantidad de años, trabajos y responsabilidades. Más es más para los headhunters.

Los casos se repiten una y otra vez. Parten del error de asumir que el más experimentado es el mejor candidato. Incluso en estos días, en que ha terminado por aceptarse que las audiencias masivas exigen otro tipo de tratamiento y las de nicho otro tipo de especialización, son numerosas las empresas de medios que contratan a partir del prestigio pasado más que de los méritos para dirigir una plataforma del presente. Abundan las plataformas digitales que son encabezadas por ex directores o editores de periódicos y revistas que frenan la innovación a partir del temor natural que les provoca apostar por lo desconocido. Dinosaurios que quieren hacer las cosas a su modo aunque el mundo haya cambiado, como el técnico que usa sistemas obsoletos sólo porque su prestigio se fundamenta en el éxito de esos mecanismos veinte años atrás. Si Menotti hoy no es la solución para ningún equipo, un editor que detesta los nuevos métodos de consumo, las nuevas audiencias y las nuevas plataformas de comunicación tampoco lo será. Ambos acaban en el desempleo. No por ellos, al menos no sólo por ellos. También por la ineptitud corporativa de pensar que las canas por ser canas presentan al candidato adecuado.

Las decisiones envejecen tanto como las tácticas y las estrategias. Lo que es correcto hoy no aplicará mañana. La premisa del pasado no es la del presente ni será la del futuro. La experiencia es una ventaja sólo cuando se le usa de plataforma de lanzamiento para saber más. Nunca como una meta cumplida, ni como una etiqueta de jerarquía que derive en una exigencia de idolatría sólo porque sí. El traje ya no significa nada, salvo quizás el mensaje de que urge adaptarse a los nuevos tiempos. La edad tampoco, salvo por el hecho de que estadísticamente estás más cerca de morir. Es el conocimiento acumulado, el que está por adquirirse y la capacidad para convertirlo en un tangible cotidiano para la empresa el que marca la diferencia entre un viejo que pronto se irá y otro que mientras transforma lo que sabe hace lo propio con la empresa que dirige. No es lo mismo el viejo que piensa que sabe y a partir de ello decidió ignorar que el viejo que porque sabe quiere aprender aún más.

La perfección de uno es la esclavitud del otro. Somos esclavos de lo que sabemos. Pero está en nosotros aprender a incorporar lo inesperado. A escribir diferente, a pensar diferente, a besar diferente. El viejo se construye de hábitos. El joven se nutre de sorpresas. La experiencia es una oportunidad, no una meta alcanzada. Que los años acumulados desbloqueen nuevos niveles, que el final del juego llegue sólo con la muerte, no con el conformismo del que ha decidido que nada tiene por aprender.

Nota del autor:

Escribo sobre el valor de la experiencia porque estoy en los primeros días del lanzamiento definitivo de Tragoncito, proyecto para el que mis socios y yo hemos levantado una ronda de inversión que nos permitirá operar por los próximos años. Ahí no quiero repetirme, sino descubrir. Ahí no quiero que lo sé funcione como obstáculo en vez de oportunidad. Ahí quiero aprender y descubrir.

Ya después les daré más detalles, por ahora los invito a ser parte de Tragoncito, pensamos delicioso.

Contador: 66 de 66. Justo escribo que no me gusta la repetición y me encuentro entre cuatro seises. La vida es una mala broma. Como ésta que pretendí hacer.

https://upscri.be/376b25/

--

--

Mauricio Cabrera
Mauricio Cabrera

Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

Responses (1)