La ignorancia también se viste de lujo
Se requiere mucha humildad para aceptar nuestra propia ignorancia. El solo sé que no se nada está tan vigente que he terminado por repetírmelo a diario. Y lo mismo deberías hacer tú. Si no lo haces, tus conocimientos, sean muchos o pocos, y tus comodidades, sean muchas o pocas, harán que olvides tus necesidades y te sumerjas en una mediocridad que podrá estar rodeada o no de gadgets, buenos restaurantes y lugares para vacacionar, pero que no por ello deja de ser mediocridad.
No te quedes parado. Ni acostado viendo Netflix todo el día. Ni en estado automático viendo pasar Stories en Instagram hasta que llegue tu reporte de actividad y te digas por un instante que vas a cambiar solo para que al final no hagas más que seguir acumulando gente y tiempo para desear lo que dicen tener otros, para frustrarte ante la felicidad que presumen tener otros y hasta para soñar con el cuerpo que tienen otros.
La inactividad mata. Se sabe que el sedentarismo físico provoca afectaciones en nuestro cuerpo y hasta en nuestras emociones. Pues bien, el sedentarismo intelectual, aunque menos mencionado por su escasa utilidad como elemento de presunción en Instagram, lleva no solo a la indisposición a saber más sino también a que esas aptitudes adquiridas en un momento y tiempo determinados caigan en la obsolescencia natural del que no se actualiza.
Los primeros síntomas son invisibles. El éxito del presente puede ser la primera gran trampa que te han tendido. Tu decadencia puede no empezar en la pobreza. Es más, puede que ocurra a partir de la opulencia, esa que viene acompañada de pedir a otros que hagan lo que tú deberías hacer, esa que te lleva a delegar todo y a no ser más que un actor teórico de lo que otros están ejecutando. La inacción mata, incluso cuando es bien remunerada.
La obsolescencia se viste de soberbia tanto como de lujo. Si los hoteles no entendieron que podía haber una oportunidad como la de Airbnb, fue porque nunca sintieron la necesidad de reinventarse. La verdad les llegó hasta que tuvieron que luchar por la supervivencia en vez de luchar por su propia evolución, que sería siempre lo deseable.
Hoy se dice que Tik Tok es una bobada. Algunos incluso nos sentimos ofendidos por la simpleza de lo que ahí se publica. De seguir así, esa bobada tendrá a especialistas en marketing que vieron una oportunidad donde otros, incluso varios de los más exitosos del área, vieron una pérdida de tiempo o a una generación que no hace más que producir basura. La soberbia ante lo nuevo y desconocido es un bumerán que corta cabezas, y lo hace sin distinguir entre el más exitoso ejecutivo que se ha perdido de una nueva tendencia y el becario que aún viviendo en el nuevo siglo pretende seguir parámetros aprendidos de formatos tradicionales.
Es claro que a todos nos corresponde evolucionar. O lo hacemos por voluntad propia, movidos por la convicción, o lo hacemos ante la urgencia, movidos por un instinto de supervivencia que quizás nos mantenga a flote, pero que seguro nos hará padecer ansiedad, estrés y depresión en el camino.
La ignorancia ahí está. No importa cómo la vistas ni cuánto dinero la disfrace. De nosotros depende tomarla de la mano para llenarnos de curiosidad como Sócrates lo hacia 400 años antes de Cristo o esperar a que llegue a gritarnos que somos obsoletos mientras se lleva esa opulencia que nos hizo sentirnos tan exitosos que nos llevó a no saber lo que siempre deberíamos saber: que nunca dejamos de ser ignorantes y que, por ende, a la curiosidad por saber más nunca hay que desterrarla.
Dedica tiempo a compartir lo que sabes. A sacar provecho de lo que has aprendido. Pero ten por seguro que tu futuro no pasa tanto por repetir tus conocimientos como por los que adquieras para fortalecer y complementar lo que hoy te da para vivir.