La ignorancia tiene la respuesta
Haz que te guste lo prohibido. Aprende lo que ignoras. La creatividad no se nutre tanto de lo que domina como de lo que desconoce. El cerebro, obstinado por naturaleza, convierte en maquila lo que era artesanal. Prefiere repetir para no desgastarse que partir de cero a cada momento. A él tienes que domarlo para que haga lo que quieras, para que aprenda que los signos de interrogación son mejores que las certezas. A él debes pedirle que se reinvente. A cualquier edad y bajo cualquier circunstancia. Sin condiciones.
De la sociedad actual detesto lo efímero. No me gusta que las tendencias duren un día. Que la fama sea efímera en las redes, pero eterna en la cabeza de quien un día siente que México lo observa. Tengo la certeza de que Lady 100 pesos se considera una de las personas más influyentes del país aún cuando su fama duró un día. Tengo la certeza de que los standuperos van por la vida jurando que la suya será una popularidad para siempre. Sé también que las marcas siguen pagando a muchos de los que alcanzaron la fama de manera accidental. Odio eso y más de una cultura que ha consagrado el mame del aquí y el ahora. Pero también busco la oportunidad en el problema. Y me doy cuenta que el mundo nos grita lo que debemos hacer, que es siempre reinventarnos.
Antes se premiaba la repetición. El doctor, entre más pacientes atendía, más podía cobrar por las consultas que daba. El productor, entre más programas creaba, más podía cobrar por su trabajo. Era una línea recta. Un camino que no exigía más que hacer lo de siempre y sumarle algunas adaptaciones para hacerte de una trayectoria. Era válido que que canalizaras a la gente a otra área para encontrar especialistas de una actividad vinculada a tu industria pero que no era en la que tú te habías especializado. Era válido ignorar y cerrarte a que tú solamente hacías pasteles de chocolate aunque los de fresa se hubieran puesto de moda. Era válido dejar de tener curiosidad, dejar de preguntarte. Como si el título universitario más que marcar la consagración de un esfuerzo significara que el cerebro por fin podía irse a dormir porque ya sabía todo lo que necesitaba para sobrevivir. La titulación era un game over intelectual.
Dado que el ego bien manejado puede ser un motor de superación, imagina lo bien que te vas a sentir cuando la gente no entienda lo que haces. La vida profesional de generaciones anteriores estaba marcada por una o dos palabras. Contador, abogado, comunicólogo, periodista, biólogo, publirrelacionista, médico cirujano. La de ahora está marcada por las infinitas oportunidades de encontrar conocimiento en aulas creadas desde una computadora. Si puedes preguntar lo que quieras, también puedes saber lo que quieras. Sin límite de edad, sin el estigma de las calificaciones y sin estar condenado a una inversión tan cuantiosa como para que resulte natural que la veas como el principio y el fin de tus aspiraciones intelectuales. Si tanto te cuesta, seguro que por sí misma te cambiará la vida.
El potencial éxito de una persona no pasa tanto por la cantidad de conocimientos que tiene, sino por su capacidad para relacionarlos. Es ahí donde se tiene que desafiar al cerebro. Exigirle que se atreva a lo prohibido. Que vea caricaturas a los treinta y cuatro con la apertura suficiente para reconocer que algo podrá aprender de ahí. Que a los cincuenta vea dibujitos y tenga la humildad de reconocer que por algo Plaqueta publicó un libro que en el México de hoy y en el de este momento vende más que uno de Pérez Reverte. Que olvide su estereotipo de hombría y analice cómo un episodio de Velvet se convirtió en referente del poder del branded content bien ejecutado. En resumen, que haga lo que nunca hace. Que se esfuerce por ser algo más que lo que siempre ha sido. Y convencerlo de que al final ese aprendizaje lo llevará a ser más completo en lo que siempre ha hecho. Que salga de viaje sólo para volver recargado.
Son tiempos de ruido. De más oferta que demanda. Toca salir de la zona segura. Desafiar a los algoritmos eligiendo ver anime cuando siempre has visto películas hollywoodenses. Confundir a los programadores con elecciones que rompen con tus patrones de comportamiento. Si lo consigues, serás una persona más completa. No tanto por todo lo que sabes, sino porque te darás cuenta que las soluciones a tus problemas de siempre están con frecuencia en las áreas prohibidas a las que tu cerebro siempre se había negado a entrar.
Nota del autor:
Como escritor soy muy manipulador. Las palabras me sirven para justificar lo que hago. Dado que Netflix ya me recomienda más producciones japonesas que shows de standup, debía escribir un texto que hablara sobre la necesidad de consumir más allá de lo que siempre vemos o de lo que otros nos recomiendan que veamos. Ya que lo hice, les recomiendo Captain Underpants, que no es ni japonesa ni lo que siempre veo, pero es una gran caricatura. Y no, no le pido perdón a mi cerebro de treinta y cuatro años por someterlo a ello.