La jaula que tú construiste

Mauricio Cabrera
4 min readJun 27, 2019

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Tú elegiste lo que te iba a detener. Lo hiciste desde ese día en que terminaste de convencerte de tus defectos. Cuando comprendiste lo que te faltaba no hiciste nada con ello. Esperaste a que llegara el tiempo de comprobarlo. Después de todo, te gusta tener la razón.

Es posible que la película con la que más te identifiques explique lo que te estoy diciendo. Lo sé porque me ha pasado. Solo presté atención a dos de las muchas películas que me pidieron ver en la universidad. Una me gustó porque exponía un ideal en el que aún creo. La otra me gustó porque exponía una carencia que aún tengo. La primera era El Lado Oscuro del Corazón. La segunda, Pantaleón y las Visitadoras de Vargas Llosa.

De la primera me gustó el ideal de encontrar una pareja que supiera volar. De la segunda, me traumó la posibilidad de pasarme la vida siendo incapaz de triunfar fuera del sistema. Años después, cuando he superado la barrera de los treinta y cinco y paso por ese duelo de la juventud que se ha ido, me doy cuenta de que aquello no fue tanto una premonición como una decisión a conciencia del que sería el gran obstáculo que yo mismo me he impuesto. La barrera mental que me separaría de lo que quiero.

El cerebro es poderoso, sobre todo cuando se trata de miedos. Si veo una rata muerta, me la imagino con vida y corriendo hacia mí. Siento un escalofrío, como si sus patas me estuvieran tocando. Decido que el ataque es realidad a partir de una idea tan fuerte que en verdad la padezco. Con los temores de vida ocurre lo mismo. Si te dices que naciste negado para algo y te convences de ello, será difícil que un día destaques en ese campo. Si te dices que siempre hará falta más, entonces hagas lo que hagas nunca podrás disfrutar por estar pensando en lo que aún no tienes, y cuando por fin lo consigas renovarás ese hueco con algo más de lo que carezcas.

Si al repasar tu vida te das cuenta que un temor o mensaje que se quedó grabado en tu mente sigue sin resolverse, piensa que lo más probable es que tú mismo lo hayas decidido. Nos gusta encasillarnos. Poner un marco que sirva como referencia para entender hacia dónde podemos movernos. Sirve para efectos estructurales, pero también tiene la facultad de encadenarnos a una posición determinada. Como si no pudiéramos ser más. Como si no pudiéramos ser un híbrido que además de hacer lo que domina se va reacomodando para adquirir nuevas virtudes en el camino.

Pantaleón Pantoja, el personaje del ejército creado por Vargas Llosa, se sabe destacado en materia de organización y cumplimiento de deberes. Pero está tan convencido de eso como de su dependencia hacia lo que una entidad superior le indique. No se cree capaz de construir por él solo, aunque sus proyectos al interior de las fuerzas armadas los haya hecho bajo el más absoluto abandono y bajo las condiciones más desfavorables. De algún modo, olvida que sus cualidades son solo suyas para entregárselas al contexto. Se convence de que su conocimiento y cualidades sólo funcionan con él como parte de una estructura mayor. Ese convencimiento lo lleva a limitar para siempre su alcance. A prender y apagar proyectos que una vez que lleguen al éxito harán demasiado ruido por entregar grandes resultados bajo métodos diferentes, lo que hará que ese mismo sistema que un día lo impulsó se encargue de acotarlo y de mantenerlo bajo control. Siempre sumiso, nunca con la posibilidad de escalar.

La peor sumisión es la que uno mismo elige. Piensa en un animal que se niega a salir de su jaula solo porque es el único espacio que conoce. Piensa en ti haciendo lo mismo de siempre porque cada que se te pasa por la cabeza hacer algo diferente, te vuelves a decir que no eres bueno en algo que ni siquiera haz probado solo porque un día te convenciste por voluntad propia o de terceros de que tus habilidades estaban limitadas a las dos o tres virtudes que te ayudan a sobrevivir, que no por fuerza a disfrutar. Sal de la caja. Abre la puerta. Explora. Es muy posible que tus límites no hayan sido más que una fantasía que te creaste para sentir el confort de la estructura, aunque en el fondo no sea más que la jaula que te impide vivir, experimentar, triunfar y fallar como tú quieras.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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