La kriptonita de los superhumanos
Los superpoderes de la humanidad son insuficientes. No hay ni plazo ni garantía. Esta vez no es una cuestión de tiempo para que todo pase. O sí, pero no necesariamente para que todo pase como queremos que pase. Somos víctimas más que protagonistas. Observadores más que dueños de nuestro propio destino.
Los sismos son un desastre más evidente. Los edificios derruidos quedan como testigos de lo padecido. Pero al menos ellos nos invitan a la acción. Sabemos que levantando escombros y buscando sobrevivientes podremos reconstruirnos. El caos como un call to action para que recordemos lo mejor de nosotros. Con nuestras manos y nuestro esfuerzo saldremos adelante. Una narrativa con el consuelo de saber que aún en el caos todo estará bajo control.
Pero lo de ahora es terror psicológico para los seres humanos. Ante la pandemia se recomienda inacción. No salgas. No socialices. No te expongas. Nuestras capacidades y libertades reducidas a un espacio físico. La generación más libre de la historia enclaustrada por orden médica. La era de los superhombres que crecieron motivados por el Just do It y el Impossible is Nothing entendiendo a punta de prohibiciones que el heroísmo humano tiene sus límites. Ante la amenaza, el encierro. Y como ironía, el mundo al que tanto maltratamos gritándonos con estampas insólitas que se siente mejor que nunca. Que sin nosotros en las calles, él se recupera.
La pandemia ha escrito un guión de ciencia ficción. Se adelantó a los tiempos marcados para que la tecnología nos convirtiera en esos sedentarios humanos con sobrepeso retratados en Wall-E. También nos puso ante el dilema existencial de Ready Player One, donde la vida se vive más en digital que en el mundo real por lo jodidas que ahí están las calles y el medio ambiente. El Coronavirus aceleró la llegada de ese futuro en que las máquinas harían mucho, casi todo, por nosotros. Y los humanos, como en las películas que tanto nos gustaron, no somos más que espectadores pasivos esperando que un día todo vuelva a ser como antes.
La violencia de lo que estamos viviendo se entiende a partir de nuestras limitantes. El covid-19 ha sido kriptonita pura para esos superhumanos creados por el marketing de las grandes firmas deportivas. De pronto ya no sirve de mucho correr, saltar, nadar y vencer obstáculos. En tiempos de Coronavirus, al ser humano le toca ser menos Superman y más Susana Distancia. Nosotros, tan poderosos y capaces, reducidos a la más elemental de nuestras facultades: estirar los brazos para evitar un potencial contagio. De ese nivel es nuestro heroísmo en tiempos de Coronavirus. De ese nivel nuestra capacidad para combatir la pandemia. Nuestros superpoderes, ahora lo sabemos, han encontrado a su kriptonita.