La normalización de lo incorrecto

Mauricio Cabrera
3 min readJul 9, 2019

--

Que tu seguridad no se convierta en obstáculo. Más vale reconocer tus defectos que ocultarlos bajo la justificación de que son parte de tu persona. La normalización de lo incorrecto nos persigue. Se afianza año con año hasta que acabamos convencidos de que somos como somos y que no hay modo alguno de cambiarlo. Como si no estuviéramos en constante reinvención. Como si el día y la noche no fueran el modo perfecto de volver a empezar.

El convencimiento algo tiene de miedo. Descartar la eliminación de una conducta o hábito incorrecto a partir del tiempo que hemos gastado incurriendo en ello no es más que el temor a enfrentarnos a nosotros mismos. Nada frustra tanto como el error repetido. Y a la vez, a nada acabamos tan acostumbrados. La resistencia al cambio es tan grande que caemos en el error de siempre con tal de no vernos en la necesidad de aceptar que podemos acabar con un vicio. Lo insospechado, bueno o malo, es más difícil de aceptar que aquello que nos ha afectado por mucho tiempo.

Para los psicólogos se trata de moverse de lugar. Einstein lo deja claro al hablar sobre el absurdo de esperar resultados distintos haciendo siempre lo mismo. Nos gusta repetir el melodrama. Se genera el caos, se provoca un desenlace que nos lleva a jurarnos que no volveremos a caer, y entonces todo vuelve a comenzar. Se nos olvida que lo incorrecto es incorrecto hasta que llega una consecuencia de peso. Ya con ella, entramos en una fase de análisis, de aceptación de lo que hacemos mal y de una promesa de cambio. El problema es que esa alteración de lo que hemos sido exige conciencia y compromiso, y ambos se van doblegando con el tiempo, tanto que las lecciones se convierten en anécdota caduca.

No todos los vicios llevan a un desenlace con violento resultado. Esos muchas veces generan tal impacto que provocan una reacción definitiva. Son los vicios inocentes, las malas costumbres, los malos hábitos, los que pueden sobrevivir a partir del poco ruido que hacen. No es lo mismo estrellar un coche para entender que no debemos manejar alcoholizados que repetir una y otra vez un gesto de desdén que provoca irritación en las personas con las que estás interactuando y una serie de problemas de los que podrías quedar exento si tan solo fueras capaz de evitar una expresión con tu rostro. El modo en que rechinas los dientes. El modo en que permites que se note que estás molesto. Las groserías que sueltas en una pelea. El desinterés por escuchar al otro. El teléfono como objeto de atención mientras estás en una junta o en una comida. El comentario innecesario. Errores que habitan en la cotidianidad.

Cuestiónate quién eres. No porque quieras ser alguien más. No porque los demás quieran que seas como ellos. Hazlo porque hacerse preguntas es siempre la mejor manera de atacar la ignorancia. Hazlo porque nuestra personalidad, aunque cada vez más definida con el paso del tiempo, es siempre un proyecto en construcción. La única fisura que no puede corregirse es la de la muerte. Las demás solo necesitan dejar de ser normalizadas por nosotros mismos para ser erradicadas. Que vivamos acostumbrados a ellos na implica que esté bien dejar de atenderlas. Más valdría entender que siempre podemos ser una mejor versión de nosotros mismos. Solo hay que probar por un camino diferente. O por un gesto. O por un guiño. O por una decisión.

Sign up to discover human stories that deepen your understanding of the world.

Free

Distraction-free reading. No ads.

Organize your knowledge with lists and highlights.

Tell your story. Find your audience.

Membership

Read member-only stories

Support writers you read most

Earn money for your writing

Listen to audio narrations

Read offline with the Medium app

--

--

Mauricio Cabrera
Mauricio Cabrera

Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

No responses yet

Write a response