La venta de tus ideas
Reconoce el deseo capitalista. Acepta que te contratan para aportar valor. Y que ese valor entre más tangible sea pasará por menos cuestionamientos. No debes condenar que así sea. Si los creativos nos enamoramos de las ideas, los negocios se enamoran de los números. Lo mismo a final de cuentas, pero con otra finalidad.
A los creativos nos persiguen los estereotipos. Nos lo adjudican otros, pero los portamos con tanto orgullo que pretendemos vivir de lo que hacemos sin preocuparnos por el negocio dado que, según nosotros, nos contratan para escribir, hablar, diseñar o producir. En nuestra cabeza la venta corresponde a cualquiera, menos a nosotros. Error suficiente para que nos digan que no.
Es natural que antes pudiera venderse a partir de la percepción. Que un artista no tuviera más que convencer a las personas adecuadas de que lo que estaban viendo era de alto e intangible valor. Pero en digital, en la época de las métricas y de la creciente tendencia de medir el revenue por historia o contenido generado, no hay más alternativa que pensar en el proceso completo, entiéndase la idea, el pitch, la ejecución, la distribución y la venta de tu proyecto.
La ampliación de fases a considerar no es buen negocio para nosotros. Cobramos lo mismo a cambio de más trabajo. Pero también abre la puerta a que se entreguen resultados inobjetables. A que se aporte una solución de principio a fin sin más apoyo que la audiencia de la plataforma a la que nos estamos montando y de la red de potenciales anunciantes que pudieran llegar a tener. Si lo consigues, habrás aportado una solución y no habrá argumento alguno para que se te vea como gasto. Habrás roto con el estigma del que cuenta historias por que sí y te habrás convertido en alguien que hace negocio a través de ellas.
La técnica funciona tanto a nivel interno como externo. Si estás en una empresa, se agradecerá que a priori respondas las preguntas que otras áreas te harán. Si estás como externo, más vale que elimines la fricción entre tu presentación y la toma de decisiones para contratarte o no. Se gana con argumentos, no con ideales.
A tu idea asúmela en toda su complejidad. Extiende tu participación en ella lo más posible. En la economía del conocimiento gana el que puede recorrer más eslabones de los procesos de ideación, desarrollo, venta y publicación, el que es capaz de asumir tareas que de otro modo exigen más manos del organigrama. Si no te gusta vender, hazlo porque así será más sencillo que a eso que creaste se le dé el rumbo que siempre quisiste. Después de todo, nadie mejor que el creador de una idea para comprenderla en toda su magnitud. Nadie mejor para venderla, aunque no te guste.