Lecciones de la nostalgia

Mauricio Cabrera
4 min readNov 8, 2017

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Un checklist que no quiero palomear. Butragueño viejo. Valdano viejo. Hugo Sánchez viejo. La vejez del Real Madrid de los ochenta como trailer de la mía. El testimonio del tiempo que nunca homenajea con la juventud. Porque al Buitre el rostro se le ve arrugado, un tanto hundido. Hugo va por la vida con pesar. Se le nota porque no apaga su guerra contra el sistema ni siquiera en horas de tributo. Por eso, y también porque las perlas de sudor que bañan su cara atestiguan que al hombre que antes volaba por los aires hoy le cuesta andar unos pasos y dar un discurso. Echa de menos el estilo que siempre tuvo en la cancha y que ahora más que nunca le falta para la vida. Y Valdano, ese Leónidas del buen jugar en el campo, con la pluma y en los auditorios, habla y viste como siempre, pero su pelo se ha hecho gris, su fisonomía menos autoritaria. Es la vida que se prepara para ser muerte. La vida haciendo lo suyo para la muerte. O la muerte haciendo lo suyo con la vida.

Si el espejo no miente, son otros los que lo confirman. Con la vejez ocurre lo mismo que con la gordura. Dado que una o dos veces al día nos vemos de frente, la evaluación deja de serlo para tener los efectos de la rutina. Salvo que se detecte alguna anomalía mayor, el que se mira al espejo es incapaz de entender su deterioro. Los kilos de más no se detectan cuando son vistos como gramos añadidos al día. Las arrugas que se forman son imperceptibles bajo la mirada superficial del que se ve con el mismo interés analítico que con el que te lavas los dientes a diario. Pero cuando observas a terceros, viejos conocidos a los que hace tiempo no encontrabas o referentes de tu adolescencia que son ahora recuerdos de lo que fuiste, el tiempo exige acuse de recibo. Produce descripciones gráficas de lo que vendrá. Para ti y para los tuyos, los que abrazas y los que idolatras. Advertencias de carne y hueso.

Quiero pensar que la vida te prepara. Que si el espejo se hace rutina y provoca que un flaco se haga gordo sin que un día revientes el espejo por el impacto de la transformación, el cuerpo, dado que va contigo a todas partes, tiene la clemencia de ir tan de a poco que no sientes la destrucción sino hasta que miras muy atrás, como el efecto que causan las fotos de años anteriores. Como esos cambios que no se notan en días, pero que se convierten en pruebas inobjetables cuando te comparas con tiempos distantes. Espero que cuando mis manos se hagan más lentas para escribir, mi cerebro esté medicado por la cotidianidad para no percibirlo. Que el día que no pueda jugar veinte minutos, sino cinco, o incluso ninguno, algo en mí me convenza de que el futbol no me está dejando, sino que yo estoy dejando al futbol. En pocas palabras, que a la mano siempre tenga el lavado de cerebro necesario aunque el resultado final sea el mismo. El deterioro.

Ahí mismo, en el Salón de la Fama de Pachuca, Francescolli habló de Zidane. Del alumno que superó al maestro. Ese maestro, por ahora, está en problemas. El River anda mal. Y Zidane, bueno, Zidane hace oro todo lo que toca. La lógica invertida. El que siempre supo busca soluciones. El que aprendió, tiene respuestas que el que sabía desconoce. Es la vida que se tuerce con el tiempo. Yo no soy Zidane ni ellos Francescolli. Pero a mi modo hago de Zinedine y ellos de Enzo. Fueron inspiración y referencia. Me leyeron cuando casi todos ignoraban siquiera que sabía escribir. Me ayudaron a decidir lo que quería ser y lo que no. Y no sé si los he superado, porque lo suyo y lo mío es lo mismo pero diferente. Sólo sé que no la están pasando bien. Que quisiera ayudarlos. Por ellos, pero también por mí. Porque un día Zidane hará de Enzo y porque un día yo haré de ellos.

Los viejos viven de la nostalgia. Es importante que los demás lo hagan. No como un sinónimo de abandono del presente para anhelar el pasado, sino como un sentimiento que derive en un interés por hacer y agradecer. Ellos dieron sin pretender. Enzo ni siquiera sabía que su futbol iba a impulsar a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Ellos, Carlos y Jorge, me llenaron de consejos no tanto porque quisieran ayudarme, sino porque el amor por lo que hacían, como el de Enzo por jugar futbol, los llevaba a inspirar incluso sin querer. Quizás sea cierto que la gente debe dar sin esperar a cambio, pero también debería recibir sin tener que pedir. Nos vendría bien un mundo con la nostalgia de los viejos, un mundo que además de recordar, agradeciera e hiciera por los Enzos, los Carlos y los Jorges que aún en las épocas bajas nos siguen dando lecciones de vida, como que los maestros también necesitan ayuda.

Nota del autor:

Carajo, otra contradicción para mi vida. Mi condición de americanista me acompañará hasta la muerte, pero mi vejez quiero vivirla con la salud del Cuate Calderón. De postura firme, de andar erguido, de palabras claras. Un viejo modelo. O un modelo viejo. Como le quieren llamar… aunque sea de las Chivas.

Contador: 58 de 58. Casi dos meses después, con cientos de claps recibidos y con uno que otro comentario, sigo convencido de que aquí podré construir mi imperio de mil fans. Y si no, al menos podré decir que fui parte del nuevo Yahoo! Respuestas, como vi que un usuario en Twitter le llamaba a Medium. Pobre Evan Williams, se moriría si viera cómo tratan a la plataforma que según él cambiará el modo de generar y monetizar contenido.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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