Lo que Osorio nos robó

Mauricio Cabrera
3 min readSep 2, 2017

Escuché el grito. Pero sólo un par de veces, y más producto del desmadre que del impulso. La que un día fue fiesta nacional hoy es una celebración de rutina. Quizás es que hemos madurado. Que hemos alcanzado ese punto en que normalizamos la alegría a partir del trabajo realizado. Pero aún así se extraña la explosión. El júbilo de gritar por la misión cumplida.

A México le han robado viejos festejos sin sumarle nuevos. La geografía ha sido siempre un tema de inseguridad nacional. En lo social vivimos marcados por estar junto a Estados Unidos. Celebramos su comida rápida, su tecnología, el shopping, el entretenimiento y el estilo de vida que no tendríamos sin ellos. Pero también odiamos ser el hermano pobre. Que el dólar humille al peso y que Trump humille a nuestro gobierno. El futbol sirve como espejo de la realidad. El mapa también protege y castiga al futbol. Porque competimos con Estados Unidos, Panamá, Costa Rica, Honduras, El Salvador y cualquier isla perdida en el Caribe siempre vamos al Mundial. Pero porque competimos con Estados Unidos, Panamá, Costa Rica, Honduras, El Salvador y cualquier isla perdida en el Caribe siempre fracasamos en el Mundial. Con la virtud viene implícita la condena.

Que a los mexicanos nos den y nos quiten es una constante. Tenemos las mejores playas, pero los que más las disfrutan son los extranjeros. Tenemos una riqueza cultural que ya hubiera querido George Washington para su país, pero los que más la conocen son los extranjeros. Tenemos ídolos, pero los valoran más en otros países. Y lo peor, por su dimensión de prioridad nacional, siempre clasificamos al Mundial, pero nunca llegamos al quinto partido.

Osorio le ha quitado diversión al futbol. Ni ha ganado lo que nunca ganamos ni se ha complicado lo que siempre deberíamos ganar. Hace cuatro años vivimos del edulcorante de la emergencia. Sentir que no íbamos al Mundial nos devolvió el ánimo de festejar. Regresaron los llenos del Azteca. Recordamos el miedo a perder lo que siempre habíamos tenido garantizado. Y acabamos gritando por haber encontrado un final feliz. Natural que el melodrama guste en el país de las telenovelas. Pero ahora no hay fiesta por ningún lado. Las eliminatorias se aprobaron como el trámite que siempre debieron ser. Se clasificó con todas las características de lo burocrático. Con lo mínimo indispensable, sin emociones. Un sello al pasaporte. La boleta de aprobación de Osorio es tan cruda como el estilo de juego de su equipo. Le falta adrenalina, le sobra matemática.

Si se piensa, es irresponsable desear la pulsión de muerte. Pero es que México o recurre a eso o se queda sin nada. Sin goleadas contra los débiles y con el estigma de las derrotas en los partidos que podían trascender, a esta Selección le toca convivir con el tedio. La de Osorio ha sido una gestión de libreta. De apuntes hechos a mano. De buenos números en la normalidad, pero también de traumas que han mojado las páginas.

Este viernes extrañé que gritar nos vamos al mundial fuera más que un emprendedurismo del desmadre. La celebración tiene fecha de caducidad. Cuando la FIFA implemente el aumento de equipos, la eliminatoria perderá toda importancia. Y entonces tendremos que buscarnos nuevas razones para celebrar. Por ahora, aunque la matemática lo apruebe, me quedo pensando que se ha ido la última oportunidad de festejar con Osorio. Curioso que lo nos robó sea resultado del gran éxito estadístico de su proceso.

Nota del autor:

Es el sexto día que escribo. Confieso que me tomé la libertad de manipular el proceso. Escribí las primeras líneas de madrugada, aún bajo el efecto de las cubas, para decirme que estaba cumpliendo con el plazo de veinticuatro horas entre un texto y otro. Me fui a dormir. Pocas horas, pero de algo sirvieron. Y volví a la computadora para terminar. Descubrí, como ya lo presentía, que escribir del futbol del que todos hablan no es ya lo que más disfruto. Para eso hay muchos. Pero bueno, el futbol, el profesional, el que mueve dinero y algo de pasiones, es parte de lo que soy. Aunque a veces ya no sea lo mismo. Como tampoco es lo mismo ir a Rusia 2018 que haber ido a EU 1994.

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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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