Los filtros de las pasiones

Mauricio Cabrera
4 min readNov 13, 2017

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El hombre esclavizado por sus pasiones. A toda hora y bajo cualquier circunstancia. Lo prohibido se diluye en aras de la mente abierta. La pornografía del pasado es el arte digital del presente. Cuerpos cubiertos con poca ropa. Cuerpos perfectos producto de Clarendon, el photoshop de la nueva era. Uno tras otro, como una estampida de imágenes sutiles de Playboy, pero sin costo, sin el papel que delata y sin el ojo crítico de una sociedad que juzgaba según lo que leías, o lo que veías, porque una revista como aquellas no requería de tanta lectura. Importa el time spent per user, mantener cautivo al cerebro. Es el negocio detrás de tus pasiones.

Evolución o libertinaje. Se le puede llamar como sea. Los motivadores detrás de la captura de una foto cambiaron para siempre. La transformación puede entenderse desde la cámara misma, que así como antes exigía al que la tomaba renunciar al protagonismo personal para guardar una imagen de terceros, ahora incentiva el narcisismo a partir de la posibilidad de capturar tu rostro y nada más. Del álbum fotográfico que representaba un repaso por el árbol genealógico de tu familia al feed de imágenes que sirve ante todo como un espacio para presumir dónde has estado, qué has comido y cómo te has vestido. Pasamos de las imágenes para recordar a otros, o a nosotros con esos otros, a las que gritan por la validación de los likes. Y para obtener esos likes o atraemos por el físico, aunque sea a través de los filtros; o por el lugar en el que estamos, por lo general con relación directa al costo de estar ahí; o por lo que comemos, también vinculado al presupuesto y al nombre del sitio en el que estamos consumiendo. La superficialidad que se impone a la esencia de ser, estar y comer.

Una frase se quedó en mi cabeza. La dijo Marne Levine, Chief Operations Officer de Instagram, a la revista Expansión (no la compren, sólo la portada sirve para algo). Dijo que el secreto de Instagram está en conectar a la gente con sus mayores pasiones. Y tiene razón. Los hombres seguimos por mayoría abrumadora a mujeres y cuentas relacionadas al futbol. Esas mujeres se dividen entre las que son tan conocidas que debemos seguir aunque no siempre queramos, las conocidas que nos interesan, las famosas que son un must en nuestro timeline y las desconocidas que juegan a ser modelos sin cobrar al que las fotografía y sin pudor ante los que las miran. Si Linkedin devaluó el cargo de CEO, Instagram democratizó a grado tal la profesión de modelo que ahora cualquiera dice serlo. Y dado que piensan que lo son, es natural que busquen proyectar sensualidad donde quiera que estén. Claro, siempre con la ayuda de Clarendon y asociados. Con casi nada de recato para las fotos que permanecen y con todavía algo más de libertad para Stories. Los hombres conectados a sus pasiones.

Ni la prohibición de antes era positiva ni tampoco el exceso de hoy. El ser humano vive tan en contacto directo con sus pasiones que empeña la vida en ellas. Si para los hombres se trata de mujeres y futbol, para ellas va sobre la exposición constante a la ropa que quieren tener, los muebles que quieren comprar y sí, porque ellas también tienen deseos físicos, hombres que son conocidos y que deben seguir aunque no quieran, conocidos que les interesan, famosos que son un must y desconocidos que dicen ser modelos. Es el consumo a destajo, sin reparo alguno sobre el tiempo, la energía y la atención entregados sin más objetivo que el deseo por tener y, a partir de él, por consumir.

Empecé este ejercicio de escribir diario (a partir del sexagésimo texto consecutivo lo hago sólo de lunes a viernes) con la intención de reducir mi ansiedad. Me parece que lo he conseguido. Y parte de eso ha estado fundamentado en dosificar mis pasiones. Ahora paso menos tiempo jugando FIFA. Dejo que mi celular se cargue sin estarlo viendo. Y si lo tengo a mi lado, lo coloco boca abajo para no distraerme cuando me llegan notificaciones. A las pasiones hay que dosificarlas, enmarcarlas en contextos y momentos determinados. A Instagram le conviene que estés conectado a tus mayores pasiones. A ti, no tanto. Para ellos tu vida es un negocio. Para ti, la única oportunidad de hacer.

Nota del autor:

Hay de pasiones a pasiones. Para mí, la de querer saber más es la mejor de todas. Lo malo es que para conseguirlo necesitas adormecer las otras, que son más sencillas de complacer, no dependen de ti y las satisfaces con un scroll o swipe en tu teléfono. Propongo que al menos busquemos la fórmula del 80–20. Ochenta por ciento de una pasión que te fortalezca y veinte por ciento de una o varias que nos apendejen.

Contador: 61 de 61. Lo escribí líneas arriba. Por ahora seguiré escribiendo de lunes a viernes. Los domingos continuaré con el Muffin. Prometo que el sábado lo usaré también para aprender. Después de todo, es más importante leer y aprender que escribir sobre lo que ya se sabe.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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