Pídele al tiempo que rinda

Mauricio Cabrera
5 min readOct 4, 2018

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No importa el dinero, importa el tiempo. Aunque una mirada a lo que falta en tu casa sea suficiente para convencerte de que el motor del éxito es tu ingreso financiero, el verdadero camino está en la correcta inversión de tu tiempo para que puedas crear múltiples proyectos, entregarlo todo al que has decidido que sea tu foco durante la mayor parte de tu día o simplemente para poder crear, hacer y aprender en distintos momentos sin que te sientas agobiado. El exceso de actividades es casi siempre aparente. El derroche de tiempo, en cambio, es real y es una pérdida millonaria.

Pasa que al que ahorra dinero se le señala de responsable. Pasa que al que valora su tiempo se le califica de exagerado. No es fácil ser productivo en una sociedad habituada a vivir bajo las necesidades de consumo creadas por las marcas. Vivimos bajo ideas tan arraigadas que no entendemos como posibilidad decirle no a una fiesta para quedarnos a escribir el que será nuestro libro. Se nos cuestiona si un día nos saltamos la comida familiar para avanzar con ese curso de dibujo que nos está llevando a un nivel que nunca antes habíamos imaginado. Se nos cuestiona por qué no vemos la nueva serie en tendencia de Netflix mientras todos los demás hablan de ella. En resumen, se nos acusa de hacer con nuestro tiempo lo que queramos.

La sociedad está tan acostumbrada a satisfacer las expectativas de los demás que la aceptación de terceros es más importante que la propia. La lógica es que si bien ellos nunca te regresarán el tiempo que invertiste en una actividad lúdica o en una plática que no tendrá mayor trascendencia, sí te harán sentir parte de un grupo de personas, lo que va directo a la necesidad del ser humano de sentirse querido. En ese afán de evitar el conflicto, cedemos ese tiempo que nunca volverá. A cada segundo la vida está más cerca de terminar. Vivimos olvidándolo, como si el olvido llevara a que no hubiera consecuencias.

No se trata de vivir con prisa. No se trata de vivir aislado. Se trata de mirar al tiempo con el mismo interés con que miramos la salud financiera. Si no te espanta saber que a Facebook le estás pagando con tus datos, sí debería darte miedo saber que le estás pagando con tu tiempo. Que tengas un teléfono en el bolsillo, o descansando sobre la mesa, o en la palma de tu mano, no significa que tengas que estar al pendiente de él todo el tiempo. Es como si generaciones anteriores hubieran pasado la mayor parte de su tiempo mirando el reloj puesto en su brazo izquierdo. Si el reloj nunca fue tan poderoso es porque su función era tan clara como limitada. El smartphone, en cambio, es un misterio por descubrir, una posibilidad latente de que llegue el mensaje que nos cambie la vida, de que encontremos el video de gatitos que nos ponga de buenas o a la mujer que tanto hemos deseado.

Si quieres ver a tus amigos, hazlo. Si quieres comer por cinco horas con tus abuelos, hazlo. Si quieres escribir, hazlo. Si quieres leer, hazlo. Nada está bien ni mal. Lo único que debes hacer es tratar a tu tiempo con seriedad. Así como vas a una tienda y observas el precio de un producto para decidir si está en tus posibilidades y si es una decisión inteligente, deberías plantearte lo mismo con las actividades que realizas. Ya que tomaste una decisión, sea cual sea y sin que nadie tenga derecho a juzgarte, enfócate en ella. Si ves a tus amigos, concéntrate en estar con ellos. Si quieres comer por cinco horas con tus abuelos, dedícales las cinco horas de absoluta atención. No divagues, no mires tu celular, porque entonces ni estás con ellos ni estás en el celular. Si el teléfono merece un tiempo determinado, entonces dáselo sin atender otra cosa. Lo que para unos es multitasking para mí es la estafa a uno mismo. Te mientes diciendo que estás con tus abuelos mientras atiendes tu celular. Te mientes afirmando que estás cenando con tu novia mientras estás en el celular. O estás o no estás. El ser multitask es una gran apuesta, pero no bajo el concepto de realizar diversas actividades al mismo tiempo, sino bajo la máxima de estructurar tan bien nuestro tiempo que seamos capaces de hacer mucho con el limitado tiempo que tenemos.

Haz el ejercicio. Así como debes tener un presupuesto mensual para saber tus gastos y el dinero que ahorrarás, haz un esquema de tu día a día. Pregúntate cuánto tiempo inviertes en actividades que no deberías realizar, cuánto tiempo en actividades que no quisieras realizar, cuánto tiempo en eventos sociales, cuánto tiempo dedicas a tu crecimiento personal, cuánto tiempo a ver Netflix. Ya que tengas el panorama de cada una de las actividades y categorías que descubriste en tu día a día, ahora decide el esquema de tu elección. Coloca los tiempos que tú quieras dedicarle a cada actividad. Esfuérzate por cumplirlo. Si algo no te gusta y puedes pagarle a otra persona para que lo haga, entonces hazlo. Será un gasto monetario, pero una inversión para que puedas enfocarte en lo que te hace más feliz. Se vale que para ti el trabajo o la creación de ideas no sea más que un camino para vivir bien. Se vale querer pasar la mayor parte de tu tiempo creando. Se vale que tu prioridad sean tus amigos. Lo que no se vale es que el tiempo se te vaya sin la conciencia de que el éxito no está en la salud financiera, sino en la capacidad de hacer que nuestro tiempo valga en oro y en realización personal.

Nota del autor:

Se lee muy bien lo que acabo de escribir. Yo me daría clap en la teoría. Pero joder, mi plan de salud con el tiempo nunca logra estar blindado. Se altera si se cruza una decepción. Se altera si tengo una pelea. Se altera si siento ansiedad. Mientras tanto, sigo intentándolo.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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