Pandepreneurs, los emprendedores de la pandemia

Mauricio Cabrera
5 min readJul 31, 2020

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Si no lo hacemos por ocio, lo hacemos por necesidad. Por las buenas o por las malas. La pandemia ha sacado lo mejor de nosotros cuando más imposibilitados estamos. Es resultado de la crisis económica, pero también de que el entretenimiento, aunque más vasto que nunca, no ha sido suficiente para evadir la realidad. Después de terminar catorce series de Netflix y tras hacer más ejercicio que cuando los gimnasios estaban abiertos y los parques no eran tierra de contagio masivo, nos hemos dado cuenta de que después de todo somos creativos. Que a nuestra cabeza llegan ideas que no imaginábamos. Que ante el hambre, pero sobre todo ante el tiempo dedicado a nosotros mismos, podemos ser creativos, podemos ser emprendedores. Podemos ser Pandepreneurs. Podemos ser los emprendedores de la pandemia.

El término mismo es producto del confinamiento. Hoy se tiene el tiempo que antes faltaba. O que antes pensábamos que faltaba. Y si encontramos la creatividad no fue porque quisiéramos, sino porque detrás de nosotros, tras escarbar en el binge watching, en el binge learning y en el binge meeting, llegó ese inevitable momento de estar con nosotros mismos. A los que les sobran las urgencias les brotó la creatividad como método de supervivencia. A los que les sobran los lujos, porque hasta de la buena vida el ser humano se termina cansando, les brotó el ocio como antídoto para el aburrimiento.

A mí, en esa búsqueda que lo mismo pasa por encontrar soluciones que por encontrar palabras se me ha ocurrido unir dos conceptos en una palabra. La pandemia que pone las reglas del juego. Y nosotros que hacemos lo posible porque nos parezca cuando menos llevadero. Un Big Brother de la vida real. Un Big Brother que si no tiene cámaras de televisión sí tiene las de los smartphones para que retratemos lo que hacemos. E incluso en eso se terminan pareciendo, porque en ambos lo que otros ven no es más que el resultado de lo que queremos proyectar. Una edición a conveniencia de nuestras vidas. En pro del rating que antes se medía con Ibope y que ahora se mide con likes, fueguito y corazones. Nuestro nuevo cuerpo después de cumplir tres meses de hacer ejercicio. Nuestras recién adquiridas capacidades culinarias. Nuestro insaciable apetito por estudiar cuanto webinar aparezca en el camino para aprender, pero también para enseñar a otros que si por ahora no podemos ser los superhumanos en que nos querían convertir Nike y Adidas, sí podemos ser los superhumanos de los que Einstein se sentiría orgulloso. Y claro, el curso que estábamos organizando desde hace años pero que no encontraba el tiempo para ser realizado hasta que apareció el desempleo o el exceso de tiempo libre, dependiendo de si estuviste entre el que se cansó de la comodidad o el que se cansó de la pobreza.

El emprendimiento de proyectos, sea cual sea la motivación, representa una de las partes más poderosas de los seres humanos. No se equivoca Megan Rapinoe cuando en el spot de Nike menciona que nada detendrá al deporte, y por ende, que nada nos detendrá. Ante un lienzo finito, como el de las cuatro paredes en que nos hemos enclaustrado, hemos sido capaces de reencontrar atributos que se habían perdido entre las posibilidades infinitas de los lugares por descubrir y las actividades por realizar. Es una versión ultra soft y ultra endulzada de la disciplina que en su momento lograra Nelson Mandela como el preso número 46664 en Robben Island. A él la reducción de posibilidades no le significó una reducción de vida. No en la rutina física que había decidido imponerse antes de ser encarcelado. Corría cuarenta y cinco minutos, hacía cien lagartijas, doscientas abdominales, cincuenta sentadillas y saltos de estrella y burpees. Lo hacía de lunes a jueves. Lo hacía como hombre libre. Lo hacía también en su celda de 2.1 metros cuadrados. El espacio, en su caso, no determinaba lo que quería y podía hacer. Pero nosotros, un tanto más distraídos y relajados, hemos requerido del confinamiento para adquirir disciplina física e intelectual. Para encontrar el tiempo que siempre nos había hecho falta. Para darnos cuenta que podemos generar una idea y ejecutarla.Que podemos luchar por un objetivo.

Los pandepreneuers no son un fenómeno pasajero. No deben serlo. De ellos tendrá que hablarse en dos o tres años cuando la idea que nació encerrada bajo llave sea una realidad de la que se hable en las calles. Estos emprendimientos nacen por las razones correctas. No necesitaron de WeWork ni del trillado ambiente startupero para desarrollarse. En muchos casos ni siquiera habrán llenado los templates que descargamos para sentirnos al nivel de Silicon Valley. Los emprendimientos que nacen de la inconformidad son siempre una buena noticia. La riqueza, la pobreza, el hambre, el tedio. Conceptos diversos y contrarios que se intersectan en un hecho que es el verdadero promotor de esta generación espontánea de emprendedores en la pandemia, el de haber obligado a que el ser humano estuviera consigo mismo bajo cuatro paredes. Y que por unos meses, cuando el entretenimiento se agotaba, no pudiera escapar de sí mismo.

Queda esperar que tengamos la fuerza de Mandela. Que mantengamos nuestra disciplina cuando se acabe el confinamiento. Porque en el fondo el encierro más peligroso al que nos hemos sometido no es el de la pandemia sino el que permitió que las calles, los restaurantes, los centros comerciales, los cines, los bares, el tráfico y las oficinas acabaran con nuestra voluntad de crear un mundo diferente para nosotros. Siempre hemos estado inconformes. Solo que en la pandemia nos hemos permitido reconocerlo. Muy pronto sabremos si los pandepreneurs son verdaderos emprendedores o si una vez que volvamos a deambular por las calles volveremos a dejar de escuchar nuestras propias inconformidades.

Este texto habría sido imposible sin los múltiples emprendedores que promueven sus proyectos en Instagram Stories. Sin las personas que por Zoom o en casa te cuentan que están trabajando una idea que se les ocurrió ante las circunstancias, sean las que sean. Escuché el término “emprendedores de la pandemia” de un buen amigo citando a su esposa. Me vinieron a la mente los anuncios, los mensajes, las imágenes de la gente que está haciendo lo que antes no hacía, que está iniciando lo que antes procrastinaba. Lo consolidé como Pandepreneurs. Aún en el confinamiento, escuchar a otros seres humanos catapulta nuestra capacidad de contar historias.

Si tú eres un Pandepreneur, hazme saber cuál es tu emprendimiento en la pandemia aquí en los comentarios

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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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