¿Por qué los errores de Sergio Dipp son mejores que las polémicas de todos?
Que Sergio Dipp se equivoque. Y que lo haga las veces que sea necesario. Porque al periodismo deportivo le viene mejor el intento frustrado en lo de nunca que el éxito con la fórmula de siempre.
Su aparición en el Monday Night se hizo célebre a partir del error. Primero en Estados Unidos y después en México. El requisito para hacerse tendencia es hacer el ridículo ante millones y exportar imágenes de la vida real al acervo de los memes. Si lo hubiera hecho bien, sin desentonar, algunos aficionados al futbol americano lo hubieran comentado entre sí. Quizás algunos compañeros y seguidores suyos lo habrían aplaudido, pero su logro habría sido un tema menor, como el de tantos que mereciendo atención acaban olvidados por no contener la pirotecnia que enciende las redes sociales. El escarnio mueve más que el trabajo cumplido.
Dipp no lo hizo bien. El video lo deja en evidencia. Y de eso él y sus jefes tendrán que hacerse cargo. Pero vale más para los medios de comunicación que ocupe la atención un periodista capaz de intentar reportar un partido en una lengua que no es la suya que viralizar a periodistas que fingen estar por pelearse a golpes con tal de tener el rating que no saben alcanzar de otra manera.
Aunque impulsado por las burlas a su desempeño, al menos por una vez el espacio protagónico lo ocupa alguien que se sale de la norma. No el que grita durante todo el programa. No el que finge estar indignado ante los comentarios de otro. No el que logra una entrevista exclusiva con un futbolista que es su amigo, y que por tanto no dirá nada que no quiera contar.
En una industria de iguales, repleta de los mismos tipos de siempre ocupando distintos escritorios, es preferible mirar a jóvenes prospectos madurar a partir de los golpes de la televisión en vivo que seguir aplaudiendo el periodismo de personajes. Más vale observar la consolidación de proyectos a partir del bullying público que la inmortalización del periodista zombie sediento de la sangre que emana de la polémica.
Para Dipp seguro que será una noche larga. Las burlas deben doler. La televisión no es el mejor escenario para fallar. Y menos sí se da a escala internacional. Pero en él está lograr que la lección valga la pena. Menos claro es el despertar para el periodismo deportivo. Éste sí extraviado en una noche tan larga que a veces parece que nunca terminará.
Nota del autor:
No tenía pensado escribir de deportes. A últimas fechas estoy un tanto renuente a ocupar mi tiempo libre en lo mismo que hago durante la jornada laboral. Pero era necesario. No por Dipp, que debe saber defenderse sólo, sino por el periodismo deportivo, ese que se muere sin que hagamos mucho por impedirlo.
Contador: 13 de 13. Yo también me beneficié del mame de Sergio Dipp. Un exceso de capítulos de Narcos provocó que empezara a escribir a las 23:30. Gracias a Sergio y al Monday Night, media hora después he cumplido mi misión.