Que la creatividad vuelva a ser libre

A la mierda la eficiencia. Igual que el Growth Hacking y cualquier gráfica estadística. Que Medium sea libre. Que se olvide de los views y del completion rate. Que sea donde los creativos plasman ideas sin pensar en los likes, en las visitas únicas o en las recomendaciones. Que se recupere la costumbre de hacer por hacer, de morir sin sospechar que acabarás siendo famoso. Que las consecuencias de nuestros actos tarden más que segundos en producirse. Que la creatividad vuelva a ser libre.

El ser humano es un esclavo de los números. Las matemáticas ya no quedan como anécdota de escuela. Están ahí, como sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, pero sobre todo, como corazones, pulgares arriba, shares y comentarios. Un Big Brother que de la mente de George Orwell derivó en el voyerismo televisivo sobre unos cuantos y concluyó en la masificación del exhibicionismo. Que me vean, que me quieran y que me aprueben. Lo que pienso, lo que como y lo que vivo. Nada cuenta si no lo comparto. Nada pasa sin la opinión de otros.

El Gran Hermano ya no levanta grandes audiencias porque dejó de hacer falta. El set televisivo corresponde a ese pasado en que los humanos aún daban crédito a su privacidad. Ahora, la privacidad va en las letras chiquitas de los contratos digitales. Y en cada dispositivo móvil que funciona como tentáculo de un Big Brother que le ha escupido en la cara a Ibope para volverse el órgano que rige el estado de ánimo y rol social de una persona. Nos exhibimos en videos largos y cortos, en fotos al natural o alteradas con filtros. Siempre lo mejor de nosotros. La mentira como bandera del sistema, nuestra mentira avalada por Big Brother.

Hay que cuidar la inspiración. Proteger el arte del que crea porque una idea le ha pasado por la cabeza. El futbol está desterrando al crack zurcido en la calle. Se dice de él que es indisciplinado, que está mal alimentado, que carece de estabilidad emocional. Se transforma entonces en objeto de estudio. Y no lo sueltan hasta que es ya un futbolista de probeta. La humanidad desea tanto lograr rebasar sus límites que está dispuesta a dejar de serlo para conseguirlo. El verdadero superhumano en realidad no será humano.

Me gusta analizar todo. Entender razones y encontrar respuestas. Pero a la Data Science tanto en sus formas simples como complejas me gustaría poderla desactivar. Usarla para presentaciones de consejo o para dar con la duración necesaria de un video. No cuando escribo por gusto. Y sé que nada me forza a ver las estadísticas de Medium. Que puedo ignorar lo que arrojen los números. Que cada quien hace lo que quiere con lo que tiene. Pero es demasiada tentación. Necesito saber si alguien me ha leído. Y si ese alguien que me leyó llegó hasta el final. Y si además compartió mi texto con otros. Porque entonces sentiré que de algo sirvió invertir mi tiempo en escribir un artículo por el que nadie me pagó. No es inteligente trabajar de más. No hay que hacer por hacer.

He dedicado cinco párrafos y algo de tiempo a quejarme de los datos. He despotricado contra ellos, exigido que los echen a patadas de Medium. Pero sospecho que así como las mujeres se quejan de los cuerpos photoshopeados de modelos y maquillan sus propias imágenes con filtros de Instagram, yo estaré en la sección de estadísticas intentando saber cuántos me leyeron, cuántos me recomendaron y el porcentaje de éxito que tuve. A la mierda la eficiencia, aunque ahora confieso que lo digo sabiendo que mi deseo es una utopía.