Recomendación presidencial

Mauricio Cabrera
3 min readMar 29, 2020

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Por una vez pudo ser el presidente de todos. Tenía la oportunidad más como deber que como invitación. Debía salir a decirle a su pueblo que se resguardara en casa. Que hacerlo sería lo mejor para su salud y para el futuro. Un discurso sin sesgo político, con el más elemental criterio humanista que pone la vida por encima de lo que sea, incluso de la economía. Pero a él la unión nunca le ha ido. Ni en la salud ni en la enfermedad.

A López Obrador lo construye el conflicto. La polarización ha sido siempre su plataforma política. El problema es que eso que tanto funciona como candidato te debilita como gobernante. Ante las emergencias, México se une. Para que esta vez ocurriera, no tenía más que avalar lo que por iniciativa propia habían empezado a hacer empresas e individuos frente a las noticias internacionales que hablaban de la pandemia que llegaría. Pero a él la unión no le va. No comprende que la política se acaba donde empieza la supervivencia. Y entonces eligió volver a dividir.

Pasa que se ha creído tanto su discurso que éste va por encima de la realidad. El llamado presidente del pueblo gobierna en realidad para las encuestas. Como en las elecciones, solo que ahora al mando de un país que para progresar requiere antes de la toma de decisiones que del cálculo populista del que vive pensando en los votos ciudadanos cuando ya tendría que pensar en el bienestar de los mismos.

El cuidado a la economía se convirtió ahora en su bandera para dividir. Habló de no paralizar la actividad en un país cuya población se mueve bajo el empleo informal. Piensa en la señora de las quesadillas. En la de los tamales. En el ambulante que vende piratería. En el que canta mientras toca una guitarra. Hace bien, pero ejecuta mal. La forma de protegerlos no era mediante un llamado a vivir como si nada hasta que la enfermedad se propagara. Comer hoy bajo riesgo de morir mañana. Una propuesta de supervivencia que cambia un día de lo de siempre por muchos de incertidumbre y potencial contagio, con toda la afectación que entonces sí representaría el que ese México informal padeciera Coronavirus. La solución era, sin que sea absoluta pero sí cuando menos mejor que la normalidad irresponsable que sugería, aprovechar la unión nacional en tiempos de emergencia para hacer un llamado a que los que más tuvieran apoyaran a los que viven en la informalidad. Y claro, la presentación de programas sociales que contribuyeran a garantizar que esas personas que viven sin apoyo institucional contaran con formas de sobrevivir a la crisis. Nada de eso ocurrió. Sal a la calle, exponte y consigue para comer. Los ciudadanos echados a su suerte. El Gobierno esperando que el país funcione por amontonamiento.

No hacía falta dividir para que se entendieran los matices. El mensaje integrador hubiera generado las dos conciencias necesarias en momentos como éste. La de quedarse en casa, que aplica para todos. Y la de apoyar a los más desfavorecidos que o se quedaban en casa o o corrían riesgo de muerte. El encierro nunca ha sido un lujo en tiempos de Coronavirus. Es más bien una necesidad que cada quien puede atacar desde sus posibilidades. Y a esos que menos tienen, los otros los hubieran apoyado. Como pasa en los sismos. Como ha pasado cuando se necesita.

Parece demasiado tarde. Tras encomendarse a los santos y a los besos y abrazos contra toda recomendación médica, el llamado a guardarse en casa ya no suena a prevención sino a consecuencia. Ese discurso, que no fue dado ni en cadena nacional ni en el escaparate promocional de la mañanera, pierde autoridad por venir de quien viene. Ahora su gente, la parte del pueblo para la que sí gobierna, estará más propensa a pensar que la economía va antes que la salud. Y la otra gente, la que no es la suya, seguirá pensando que cuando tuvo la oportunidad de unir a todo un país ante una emergencia sanitaria, prefirió dividir bajo acusaciones de conspiración política más que de emergencia sanitaria.

De la presidencia de México no se ha escuchado más que un mensaje de unión. El que mandó a los suyos y a los otros a las calles, aunque el Coronavirus sugiriera lo contrario. Quedan la historia y la estadística para recordarlo.

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Mauricio Cabrera
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Written by Mauricio Cabrera

Storyteller, escritor, conferencista y analista de nuevos medios. Hago un newsletter sobre marketing y medios. Tengo mi propio podcast.

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