Sé siempre como Peter Pan
Crecer es jodido. Supongo que por eso son muchos los ancianos que esperan la muerte con ansias. La vida es como un partido que empieza a toda intensidad y acaba con todos tan exhaustos que terminan por meter a la pelota en una lastimosa pasarela de pies indiferentes Pasa que al principio te mueve la curiosidad y el descubrimiento. Pasa que después te mueve la urgencia, el compromiso y las obligaciones. Aunque aprendas, la satisfacción no es igual. Aunque explores, la sensación no es la misma. Aunque practiques, siempre sabes que te queda menos tiempo. O que no es lo tuyo. O que ya no eres de esa generación. O que eres un outsider aferrándose a la juventud.
Dado que crecer duele más vale aferrarse a no hacerlo. Más vale ser un Peter Pan en el país de nunca jamás que dejar que el tiempo, los hábitos y los vacíos caigan sobre nuestras espaldas hasta gritarnos que la obsolescencia nos ha abrazado. Si el ser humano y los seres vivos en general han pasado siempre por una necesidad de adaptación, las exigencias sobre las generaciones que convergen en este tiempo y espacio son mayores porque ya no se trata solo de lidiar con nuestros propios descubrimientos e ignorancias, sino también de aprender a mantenernos vigentes a través de la tecnología y en nuestra interacción con ella.
Hasta hace no mucho la barrera era más cultural que práctica. Se cuestionaba a los adultos por encomendarse a Dios ante cada problema. O se les tachaba de anticuados por establecer una hora de llegada por las noches y cuestionar a las relaciones que vivían en unión libre. Quizás incluso nos sorprendían las diferencias en las caricaturas que ellos vieron durante su infancia en contraste con las que marcaron a nuestra generación. Pero ahora es fácil ser un outsider aunque lleves más tiempo en el mundo que los jóvenes que se apoderan de él. Si no sabes abrir Netflix, eres medio pendejo. Si no sabes usar Tik Tok, es que ya no fue una plataforma hecha para ti. Si no tomas buenas fotos con la cámara del smartphone, pareces abuelo. Si le pides a tu hijo que te pida un Uber porque tú no sabes hacerlo, eres un maldito decrépito. Ya no son solo las canas ni las ojeras que te saludan cada vez más en tu cita frente al espejo. Es también la maldita tecnología gritándote que este mundo, aunque lleves más tiempo en él que muchos, ya no es tuyo. Es más, que cada día que pase lo será un poquito menos, porque a las marcas, a los medios y a los humanos siempre les gustará más la vida que la muerte y, seamos honestos, a cada segundo te acercas más al final de tu jodida existencia.
Sé fucking Peter Pan. No hablando como niño ni fingiendo que eres lo que no. Pero sí jugando como él. Sí teniendo curiosidad por eso que dicen que no es tuyo. Sí atreviéndote a hacerlo por tu cuenta. Si lo piensas, en realidad no sabías nada cuando naciste. Y aún así aprendiste a nadar, a andar en bici, a hablar uno o varios idiomas. Es como ahora. No sabes nada de Tik Tok, pero podrías aprender. No sabes pedir un Uber, pero podrías aprender. Si alguna vez te has quitado las canas o te la has teñido, piensa que pasa lo mismo con la tecnología. Sé un chavorruco eterno. No en apariencia, o sí pero eso ya depende ti, sélo en actitud y en una postura de constante descubrimiento para tu vida, tanto de lo que descubres gracias a la madurez como de lo que ignoras gracias a la vejez.
El único viejo es el que decide que lo sabe todo. O que lo ignora todo y es demasiado tarde para aprenderlo. Exige a tu cerebro que trabaje en dos tiempos. Que cree para vivir y que aprenda para sobrevivir. Dado que los adultos no tienen un tiempo dado para estudiar, les toca crearlo con su tiempo libre. Es paradójico, pero en el tiempo libre más que en nuestro trabajo está la clave de lo que haremos en el futuro. O aprendes o quedas fuera. O eres Peter Pan o un outsider de este mundo cada vez menos tuyo. La decisión queda en tus manos y en tu capacidad de volar como Peter Pan.
