Se buscan historias
Haz historias. A donde quiera que vayas y con quien sea que platiques. Son tiempos en los que o confías en ti o te perderás de las oportunidades que pueden sacarte del estancamiento en que te has metido. Y lo mejor, al mundo le faltan historias.
Si te basas en Netflix, Amazon y las múltiples plataformas que consumes, te dirás que no hay espacio para más. Todos hablan de contenido original, de historias de autor. Pero más allá de la industria, hay necesidades de a pie que cubrir con historias. El vendedor necesita nuevas narrativas. El ingeniero tiene un gran producto, pero carece de las palabras y estrategias visuales para presentarlo. El analista tiene la data, pero no el storytelling para construir a partir de ella.
Los discursos en torno a la creatividad son siempre encontrados. Se dice que todos la tienen, solo que unos la ejecutan más que otros. Pero más allá de esa afirmación democrática, en las pláticas siempre aparece el reconocimiento al que tiene la capacidad de concebir una idea y materializarla. Si eres tú a quien se refieren, es hora de que lo conviertas en una forma de vida.
El que cuenta una historia tiene la capacidad de participar de principio a fin en la construcción de un concepto. Dado que hoy a los productos los acompaña el propósito, se hace aún más necesaria la participación de storytellers que construyan la narrativa. No es catsup, es contribuir a que el mundo viva más feliz. No es una aseguradora, es una vía para que las personas entiendan las bondades de vivir. No es Apple, es desafiar el status quo a través de la tecnología.
Con el qué convertido en commodity, el porqué es una invitación abierta a cualquiera que sepa incorporar emociones y propósitos a lo que se está ofreciendo. El empate técnico en que vivimos lleva a que los storytellers tengamos ventaja sobre el resto. O me dices por qué eres diferente o me quedo con el que sí sea capaz de convencerme.
La historia no es ni un contenido ni un grupo de estos, es la capacidad de tener una narrativa abrazada por la omnicanalidad. Ofrecer emociones y experiencias en cualquier punto y momento, siempre con el producto como un protagonista cada vez más invisible, pero a la vez omnipresente. El que recorre con sabiduría ese camino es el que termina cautivando al cliente.
El poder de las historias no se limita a las revistas que están dejando de imprimirse ni a los periódicos que están dejando de venderse. No es limitativo a los bailes que se hacen vírales en Tik Tok ni a los tuits exitosos del todos contra todos en que hemos cometido Twitter. Si sabes contar historias, tienes soluciones potenciales que aportar a cada una de las personas que comparte la mesa contigo, a cualquiera que esté a tu alrededor, incluso a ti mismo. Asúmete como el creativo del que se habla y atrévete de una vez por todas a contar las historias que necesitas para cambiar tu vida y las de los que te rodean.
